Vicenta Espasa falleció en junio de 2013. Sin respuestas. Sus dos últimos años de vida los consagró a tratar de averiguar cómo había muerto su hija Salvadora. «Mi madre nunca se recuperó. Espero que allí dónde esté le llegue que, al fin, se ha hecho justicia», explicó ayer Pedro Suárez.

Salvadora murió el 11 de julio de 2011 de una parada cardiorespiratoria al caer en la piscina de la finca del Campell, en Pedreguer. La piscina estaba vallada, pero nadie se preocupó de cerrar sus puertas. Salvadora, de 52 años, participaba en un taller de horticultura para enfermos mentales del Tapis de Dénia. La mujer tenía acreditada una discapacidad psíquica del 75 % y padecía esquizofrenia.

Ahora el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana concluye que el ayuntamiento, que era el responsable del taller, cometió una negligencia grave. Le condena a indemnizar con unos cien mil euros a la familia. Confirma punto por punto una anterior sentencia del juzgado de Alicante que atribuyó el accidente a la «falta de control y de vigilancia».

Los 15 usuarios de este taller de horticultura terapéutica del Tapis de Dénia estaban a cargo de una sola monitora. En realidad, como recoge la sentencia, hasta Pedreguer se desplazaron dos responsables, pero uno se ausentó. El TSJ advierte de que una única cuidadora no podía ejercer «en modo alguno una vigilancia suficiente». Concluye que el ayuntamiento «no cumplió los estándares de seguridad exigibles».

Vicenta Espasa despidió a su hija por la mañana y ya no la volvió a ver con vida. Días después, relató a Levante-EMV su dolor e impotencia. Exigía respuestas. Su hijo Pedro lamentó ayer que nadie del consistorio les diera entonces una explicación. Les citaron en Servicios Sociales y les dijeron que iniciarían una investigación. «Pero ya no supimos nada más».

La sentencia del TSJ es recurrible ante el Tribunal Supremo.