Un ojo en el cielo y el otro en las inspecciones de trabajo. Los agricultores de la Indicación Geográfica Protegida Cireres de la Muntanya d´Alacant, de la que forma parte la Vall de Gallinera, no levantan este año cabeza. Han perdido la mitad de la cosecha de cereza por los temporales. Y el Ministerio de Empleo y la Seguridad Social los aprieta. «Otros años los inspectores acudían a los almacenes, pero ahora van a la caza de los agricultores. Nos tratan como a delincuentes. Y nos someten a duros interrogatorios. Pero que quede claro: estamos de acuerdo con cumplir la ley. Lo que pedimos es que se nos trate con proporcionalidad», afirmó ayer el presidente del consejo regulador de Cireres de la Muntanya d´Alacant, Hilario Calabuig.

Un centenar de agricultores protestaron en la cooperativa de Alpatró (es uno de los pueblos de la Vall de Gallinera) contra lo que consideran celo excesivo de la Inspección de Trabajo. Los productores de cereza advirtieron de que ese «acoso» pone en peligro el cultivo tradicional y familiar de la cereza, el paisaje agrícola y agrava el éxodo en los pueblos de interior. Exigieron al ministerio de Empleo y de la Seguridad Social que entienda la idiosincrasia de la Muntanya d´Alacant, de su minifundismo y de un sistema de recolección en el que participa toda la familia y en el que unos vecinos se ayudan a otros.

El presidente de Asaja Alicante, Eladio Aniorte, denunció que los agricultores han sufrido este año «un acoso continuo» que les ha generado «alarma e inseguridad». «Claro que estamos de acuerdo con que se cumpla la normativa de la Seguridad Social, pero es imprescindible aplicarla con proporcionalidad», dijo.

Afirmó que los agricultores han hecho frente con «heroísmo» a la merma en la cosecha provocada por las lluvias torrenciales de este invierno. «La administración debe tener en cuenta el mérito y la importancia de esta actividad agrícola», planteó.

Aniorte subrayó que la orografía accidentada, los cultivos de secano y el minifundio definen el sistema agrario de estas montañas, basado en «la economía social y familiar». Insistió en que la cereza da valor al paisaje, fomenta el turismo y «fija la población». Y advirtió de que si continúa el «abuso» de las inspecciones se «abandonarán los campos» y estas zonas sucumbirán a la despoblación.