El calor se ha adelantado y los turistas, también. La cala de la Granadella de Xàbia está, un año más, de moda. Los bañistas parece que se han puesto de acuerdo para disfrutar de esta apartada playa en junio. Así esquivan una masificación que este verano, en lo que se refiere a coches, ya no se producirá. El ayuntamiento ha decidido cerrar en julio y agosto la cala a los automóviles. Los bañistas podrán bajar en autobús.

El consistorio no quiere que esta playa se colapse de coches como ha ocurrido en los últimos veranos. Además, el aparcamiento está más constreñido. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) amenazó con multar al ayuntamiento si no impedía que el barranco de la cala se siguiera utilizando como vial de acceso y parking. El consistorio lo cerró hace semanas.

Pero, de momento, pese a que en la rambla hay varias señales de prohibido aparcar y la rampa de acceso principal se ha clausurado, los turistas no se dan por enterados. Continúan aparcando en el barranco. De hecho, a mediodía de ayer había más de 70 coches estacionados en este cauce. Incluso entran por su tramo final, donde hay una señal de prohibido muy visible. El hábito de dejar el automóvil en el barranco hace que muchos bañistas ni miren las señales. Algunos también se hacen los longuis. Les queda, eso sí, medio mes de poder bajar en coche a la Granadella. Luego tendrán que adaptarse al autobús. Al final, lo agradecerán. Se evitarán meterse en el caos de tráfico que convertía esta cala, una de las más bellas de la Comunitat Valenciana, en un infierno de colas y complicadas maniobras para aparcar.

La presión de coches que en esta primera quincena de junio sufre ya la cala demuestra que la decisión de cerrarla al tráfico en julio y agosto no se podía postergar más.