Vacaciones de playa, buceo e historias de piratas y combates navales. La familia francesa Marrel aprovechó a tope sus días de descanso en Dénia. Orianne, de 16 años, y su hermano Virgil, de 14, se pasaban las horas haciendo «snorket» (buceo) a pocos metros de la orilla de la playa de les Marines. Orianne, en una de las inmersiones, descubrió un enorme esqueleto de madera. Bajo la arena del fondo marino se dibujaban las costillas de lo que parecía el casco de un navío. Su hermano y ella tomaron fotografías e incluso hicieron videos.

Su padre, Julian, también se quedó maravillado. De inmediato, avisó al director del museo de Dénia, Josep A. Gisbert. Los Marrel hallaron las cuadernas del antiguo navío el pasado 29 de julio. Sus vacaciones habían terminado y volvían a Francia. Desde allí Julian envió a Gisbert 32 fotografías y ocho videos de los vestigios.

El arqueólogo de Dénia empezó a indagar. Ayer, al presentar el pecio junto al concejal de Cultura de Dénia, Rafa Carrió, Gisbert explicó que no quisieron hacerlo público antes, ya que, en pleno mes de agosto, con las playas a tope, existía el peligro de que una multitud de turistas se zambullera en busca de tesoros.

El director del museo y Julian Marrel han estado este verano en permanente contacto. El misterio del barco ha quedado desvelado, pero quedan todavía muchos interrogantes.

Gisbert aseguró ayer que ese navío hundido es el Zefarin o Zéphir (el viento céfiro), un barco corsario francés registrado en 1810 en el puerto de Cherbourg. El buque y parte de su tripulación (iban a bordo unos cien marinos) acabaron sus días frente a la costa de Dénia. El naufragio está documentado. Mosén Francisco Palau (1743-1823), en su manuscrito El Llobarro, lo describe con precisión. El Zefarin se hundió frente a la Punta dels Molins en 1813, en plena Guerra del Francés (de la Independencia). Había llegado al litoral de Dénia costeando desde València. Se topó con una fragata inglesa que hacía días que estaba fondeada frente al castillo de Dénia, que sufrió salvajes asedios durante la contienda. La fragata hizo primero embarrancar al navío francés y luego lo destrozó a cañonazos. Mosén Francisco Palau relata que «todos o muchos de los marineros se ahogaron y murieron». Pero luego se contradice y sostiene que huyeron y que a algunos fueron hallados borrachos.

La historia del naufragio es apasionante. Y no menos lo es el hallazgo 204 años después del pecio, que en su denominación científica incluirá el nombre de su descubridora, Orianne. Su padre, en un mensaje a Gisbert, expresaba su emoción: «Es un orgullo que el nombre de nuestra familia figure en un informe (el arqueológico) que relata la historia de Dénia».