El instituto Núm. 1 de Xàbia es un centro libre de móviles desde que se prohibieron el pasado 20 de marzo. Hasta final de curso los profesores requisaron 56 dispositivos. Fueron menos de los que se esperaba. Y ahora, en la primera semana de clase, no se ha requisado ni uno. Los alumnos no sólo han aprendido a vivir durante las horas que están en el instituto sin móviles. Han descubierto que las relaciones sociales son más naturales y positivas cuando no hay pantallas de por medio.

«Estamos muy contentos. Ha sido una medida muy positiva. Los estudiantes interactúan más. Ha mejorado la convivencia y el patio es más ruidoso, que es lo que toca», explicó ayer la directora del Núm. 1, Àngela Boronat.

Prohibir el móvil también en los pasillos y en el patio (en todo el centro, en suma) ha atajado conflictos que iban a más. Ocurrían robos de móviles. Los alumnos tomaban fotos o grababan a compañeros sin su consentimiento. Y, al final, utilizaban los dispositivos para hablar unos con otros y enviarse whatssapp incluso cuando se encontraban a pocos metros de distancia en el patio.

La directora destacó que los padres también han acogido muy bien la medida. El elemento disuasorio para no llevar los móviles al instituto es que, cuando se requisan, sólo se pueden recoger (y deben hacerlo los padres) los martes y viernes. Los alumnos se quedan sin teléfonos al menos dos días. Hay padres que para desenganchar a sus hijos de esos aparatos todavía acuden más tarde a recuperarlos. Los estudiantes no tienen más remedio que olvidarse en clase y en el instituto del dichoso móvil. Y les sienta de maravilla.