Algún día se protegerán los aromas. Las estrechas calles de la Vall d´Ebo, un pueblecito que no llega a los 250 habitantes empadronados, huelen estos días a perelló. Es un aroma dulce amaderado, que diría un perfumista. El patrimonio olfativo (e inmaterial, claro) resulta tan evocativo como un paisaje.

Los agricultores de la Vall d´Ebo (¿y quién no lo es?) levantan por fin cabeza. Tras unos años de declive, el perelló, una manzana autóctona que tiene aquí su cuna, aunque también se cultiva en la Vall d´Alcalà, Castell de Castells y Agres, remonta. Vuelve a venderse. Y la producción ha aumentado.

Juan Frau, que fue alcalde durante 28 años y que ha vuelto ahora a la corporación como edil tras fallecer en septiembre el munícipe Rafa Llodrá, es, como casi todos los vecinos, un entendido del perelló. Calcula que este año se han recolectado unos 100.000 kilos. «La campaña ha ido bien; de hecho, ha sido mucho mejor que la de los últimos años. Llovió en agosto y luego hubo otro chaparrón y han salido unos perellons muy hermosos», afirma mientras muestra las manzanas que guarda, como también casi todos los vecinos, en la planta baja de su casa.

De este cultivo, no se puede vivir. Pero este municipio lo reivindica. Hoy y mañana, de hecho, se celebra la Festa i Fira del Perelló, que da valor a una fruta que ha estado en un tris de desaparecer.

Frau recordó que hace unos años se arrancó gran número de árboles y se plantaron frutales de otra variedad de manzana. Y la cosa acabó en desastre. «Se plantaron delicias y fue la ruina. Solo aguantaban en las cámaras», precisó. En cambio, el perelló se mantiene perfectamente hasta el mes de febrero. Es una fruta que no se pone mala y que no pierde ni una pizca de su excelente sabor.

Estas manzanas apenas se conocen en València. En cambio, indicó Frau, sí son muy apreciadas en Elx, de donde acude gente a comprarlas. Este agricultor ve otro indicio de recuperación. «Hacia años que no venían a comprar mientras se estaba recolectando. Ahora sí ha ocurrido». Frau también advirtió de que en los buenos tiempos se llegaban a producir cada campaña 300.00o kilos. Aún queda para llegar a esa cifra.