El quilate da el peso del oro puro, pero su origen es mucho más humilde. La palabra procede de los vocablos árabe qîrât y griego kerátion, que aluden a la semilla de las algarrobas. El garrofí estableció la medida para cosas pequeñas y de gran valor como el oro, los diamantes o las perlas.

La Fundació Cirne de Xàbia inaugura hoy una exposición de muchos quilates. Lleva por título «De les mesures antigues al metre». La fundación ha reunido un patrimonio de valor inmensurable, el de los pesos y medidas que se utilizaron hasta que se instauró el sistema métrico decimal.

«El poder establecía las equivalencias y dominaba así las transacciones comerciales», explicó ayer el comisario de la muestra, Antoni Espinós, quien puso como ejemplo de ese binomio de poder y medida la vara de mando de los alcaldes, que se usaba como unidad de longitud.

La colección reunida por esta fundación es completísima. Incluye piezas únicas y que demuestran que, hasta que se adoptó el metro como medida universal, la diversidad de magnitudes era extraordinaria. Entre las balanzas y pesos más curiosos, hay una minúscula romana del siglo XVIII de azafrán (especia conocida como el oro rojo) o una gran báscula del siglo XIX de techo que se empleó para pesar la pasa que se exportaba desde Xàbia al mundo. Otra pieza destacada es una de las pocas réplicas que existen del ponderal de vasos anidados de Carlomagno (son pesas que encajan unas dentro de otras como una muñeca matrioshka).

El ansia por medir viene de antiguo. La muestra incluye también un aro para mesurar la cabeza que era útil para hacer sombreros y que se usaba también (inútilmente, claro) para calcular el coeficiente intelectual.

Tanto Espinós como el presidente de la Fundació Cirne, Enric Martínez, insistieron ayer en que esta exposición, en la que colabora la asociación de divulgación científica Meridià Zero, será todo un descubrimiento para los mil niños de los colegios de Xàbia que la visitarán en los próximos días. Alucinarán cuando les expliquen que la arroba, antes que un símbolo de internet, fue una unidad de peso que equivalía a 11,5 kilos.

Esta colección también rescata otra joya: los pesos y medidas adaptados al sistema métrico decimal que fabricó en València a partir de 1852 el industrial francés Francisco Malabouche.

La historia de las medidas es apasionante. Por su vinculación con el poder, tiene también un punto diabólico, que resumió bien el historiador de la antigua Roma Flavio Josefo en su obra «Antigüedades judías»: «[Caín], después de matar a Abel, habiendo inventado los pesos y medidas -acto abominable- cambió la vida noble, inocente y natural de la gente ignorante de los pesos y medidas, por otra vida llena de estafas».