Los nuevos puentes que se han construido sobre el río Girona y los previstos en el plan director de defensa contra las avenidas en la Marina Alta ya no tienen pilares. Son de un solo vano. El objetivo es facilitar la evacuación del agua. En la riada de octubre de 2007, el centenario puente de Beniarbeig, con robustos arcos de piedra, se derrumbó. El Girona es un cauce de violentas crecidas y se lleva por delante todo lo que encuentra dentro de su lecho.

Sin embargo, ahora el Ayuntamiento de Beniarbeig, con el visto bueno de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), ha construido un puente de hormigón peatonal a la antigua usanza. Y no es que esté sobre el río Girona. Está dentro. Sustituye a una anterior pasarela destrozada por la crecida de hace un año (en el interior de la Marina Alta se acumularon más de 900 litros por metro cuadrado en unos pocos días). Aquel puente peatonal tenía tres cuadros de hormigón. Se revelaron insuficientes para dar salida al agua. El puente quedó bloqueado y la violencia del agua se lo llevó por delante y también socavó la margen izquierda del río. Aquí el cauce ya está dentro del núcleo urbano de Beniarbeig.

Diez cuadros de hormigón

La nueva pasarela, que se acaba de construir justo ahora, tiene diez cuadros de hormigón. Ha ganado en capacidad de evacuación. Pero esta estructura va en contra del objetivo de liberar de obstáculos el lecho del río. Los marcos de hormigón no darán abasto cuando el río baje con furia. Cuando esto ocurre, la crecida arrastra troncos (algunos de considerable tamaño), cañas y cantos rodados. Si se huye de los puentes con varios vanos (el plan director contra inundaciones prevé demoler los existentes y levantar pasarelas colgadas) es, precisamente, porque hay riesgo de que se taponen y generen efecto presa.

En Beniarbeig, el nuevo puente Meridià Zero, que se levantó cuando el centenario se vino abajo, se sostiene con una estructura de tirantes. Va colgado. Y la pasarela peatonal construida unos 50 metros más abajo tiene una estructura de arco que aguanta, sin pilares, sus 36 metros. Sin embargo, un poco más arriba se ha construido ahora el nuevo puente de marcos de hormigón. Cuando el río baje con abundante caudal, quedará sumergido. Comunica la parte oeste del municipio con el parque del Girona, donde se alza a modo de monumento uno de los arcos de piedra rescatados del puente que se desmoronó hace una década.