La masificación es cosa del verano, pero en invierno la Cova Tallada tampoco es un lugar solitario. A los senderistas ya no les asusta nada. Los fines de semana llegan en autobuses y en coches particulares desde cualquier pueblo y ciudad de la Comunitat para descubrir esa gruta litoral que conocen por las miles de fotografías y videos que circulan por las redes sociales. Basta que haga un poco de buen tiempo para que los excursionistas planifiquen una escapada a la Cova Tallada.

Incluso llegan excursiones organizadas. No es extraño que grupos senderistas o colegios e institutos acudan en autobuses hasta les Rotes de Dénia. Allí inician la ruta hasta la cavidad. Algunos de estos excursionistas llegan preparados hasta con linternas, ya que saben que dentro de la gruta que se abre al mar hay una galería bastante profunda. Los excursionistas más jóvenes no rehuyen el chapuzón. El agua está fría (sobre todo la de dentro de la cavidad, ya que no le da el sol), pero, en pleno mes de diciembre, todavía hay quien se atreve a zambullirse en el mar.

La Cova Tallada sufrió de nuevo el pasado año problemas de masificación. La senda era un hormigueo constante de turistas. Pero esta gruta marina de Xàbia, que está en proceso de declararse Bien de Interés Cultural (por su valor patrimonial como antigua cantera de piedra tosca y los hallazgos arqueológicos que han salido a la luz), ya ha roto la estacionalidad turística. Triunfa también en invierno. Se ha corrido la voz de que es una de las maravillas naturales del litoral valenciano.