Una de las imágenes meteorológicas de 2017 en la Comunitat Valenciana es, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la del claustro del convento franciscano de Benissa nevado. La fotografía la tomó el fraile José Llorca, fallecido el pasado 12 de diciembre. En septiembre, abandonó junto a otros tres franciscanos el convento de Benissa, cerrado por la orden por la avanzada edad de esos últimos cuatro religiosos y la falta de vocaciones.

Este cenobio, construido en 1612, ha sido clave en la recopilación de datos meteorológicos. Los frailes se revelaron como observadores metódicos de la pluviometría y otros datos climáticos.

El convento de Benissa funcionó como observatorio meteorológico al menos desde 1914. Los libros de la Federación Agraria de Levante así lo atestiguan. El primer observador fue Demetrio Moltó. El último, el padre Llorca, quien se hizo cargo de ese cometido en el año 2000. El primer mes que estuvo a cargo de la estación meteorológica, el de octubre del citado año, ya fue de esos que quedan marcados en rojo en los registros históricos. Fue un otoño húmedo y en el que se sucedieron las tormentas. En el convento de Benissa, se recogió un acumulado de lluvia de 193,2 litros/metro cuadrado.

El cierre del convento también pone fin a la historia centenaria de este observatorio meteorológico. Los tiempos han cambiado. Ahora hay redes de estaciones meteorológicas. Pero la contribución de los franciscanos en este campo fue decisiva en un tiempo de pocos medios y mucha dedicación. Aemet ultima un libro que recogerá la historia del observatorio meteorológico del convento de Benissa.