Hay sarcasmo para dar y tomar en las Fallas de Dénia. Es la esencia de esta fiesta. Las críticas enlazan con la actualidad, claro está. Que si las obras que nunca se acaban, el tren que nunca llega o los problemillas de la exalcaldesa Ana Kringe, del PP, con la trama Púnica. Los monumentos también se rien de la invisibilidad de la oposición.

La falla de Oeste añora el centro comercial que pudo ser y no fue. Se marchó a Ondara. Baix la Mar hace un alegato femenista en su monumento "Cultures". Y Centro disfraza al alcalde y a los portavoces políticos y los ponen a contar y cantar "rondalles". El alcalde, el socialista Vicent Grimalt, le toca la guitarra a Pepa Font, que escucha embelesada la melodía. Font, en la oposición, es la concejala de la ciudad creativa de la gastronomía. El gobierno de PSPV y Compromís se la ha ganado. O al menos eso es lo que se interpreta en la crítica fallera. Mientras, el vicealcalde Rafa Carrió, de Compromís, lleva con garbo el traje de fallera. La ironía pone el picante en la fiesta.