Vuelve el Molí Blanc. Pero el Molí fetén y cool (un adjetivo en caló y otro en inglés expresan bien lo abigarrado del negocio de la noche). La mítica discoteca de Xàbia Molí Blanc, abierta en 1968 por Juan Sendra Domínguez el Pegolí, tiene nuevos gerentes. Cinco empresarios valencianos han alquilado por 20 años una sala que fue pionera en la Comunitat Valenciana en el concepto de disco garden. «Queremos poner en valor una discoteca que es mítica. Tenemos mucha experiencia en València en el sector del ocio nocturno. Conocemos el negocio y sabemos del potencial del Molí Blanc», explica Juan Manuel Romero, que es uno de los cinco socios.

«Aquí hay mucha historia. Estas paredes tienen mucho vivido», afirma el empresario. La discoteca cumple ahora medio siglo. Los últimos veranos ha declinado. Los anteriores responsables la enfocaron al público más joven. El botellón y un tumulto por exceso de aforo (ocurrió a finales de agosto de 2016 y luego el ayuntamiento revocó la licencia de actividad) han enturbiado esta última etapa. «Nosotros queremos cambiar esa imagen. Aspiramos a recuperar la esencia del Molí Blanc», subraya Romero.

Esta sala, que llegó a tener abiertas en verano diez barras y cuatro pistas de baile, creció con el primer boom turístico de Xàbia. En su primera etapa, enganchó a un público selecto. Los turistas de alto nivel adquisitivo (entre ellos, la alta sociedad valenciana) disfrutaban del ambiente cosmopolita y de música que no sonaba en ninguna otra sala de España.

Guillermo Espasa compró la discoteca en 1978. Empezó la época dorada. El dueño viajaba a Londres a comprar vinilos. Contrató a los pinchadiscos más potentes de Ingleaterra, Holanda y EE UU. La revista alemana Der Spiegel definió el Molí Blanc como «la mejor discoteca de Europa».

El entonces jefe de sala, Antonio Vallés el Pincho, dejaba entrar gratis a las mujeres. ¿Discriminación positiva? No. Simplemente, era una estrategia empresarial que funcionaba de perlas. Los hombres apoquinaban religiosamente y con gusto.

Pero a las discotecas también les llegó la crisis. El Molí cerro en 2006. Reabrió en 2011, pero ya no fue lo mismo.

«Nosotros sabemos qué es Xàbia. Este municipio tiene un gran déficit de ocio nocturno. Queremos atraer a público de varias edades. Ahora, cuando hablamos del Molí, lo hacemos con nostalgia ya que recordamos lo que fue esta discoteca. Nuestro objetivo es recuperar ese brillo perdido», expone Romero.

Los nuevos gerentes, además de ese alquiler de larga duración, tienen una opción de compra. En las últimas semanas, ya se ha visto trasiego de obreros en el interior de la discoteca. Están limpiando y haciendo pequeñas reparaciones. El Molí Blanc abrirá en verano. «No tenemos prisa. Venimos a hacer las cosas bien y a profesionalizar este negocio», afirma el empresario.