Los vecinos de la desembocadura del río Girona (la margen sur pertenece a Dénia y la norte a Els Poblets) ya no pueden abrir las ventanas. Se cuela el hedor del agua estancada y de la «posidonia» que se pudre. La desembocadura está, tras los temporales del invierno, taponada. Ya han empezado a morir decenas de peces a consecuencia de la falta de oxígeno en el agua.

Los vecinos avisaron ayer al Seprona y denunciaron que la desembocadura sufre un proceso de «contaminación». También han avisado a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Una residente de la urbanización Torre Almadraba, situada en la parte de Dénia, se ha reunido con el concejal de Medio Ambiente de este municipio, Josep Crespo, y con el alcalde de Els Poblets, Salvador Sendra. Esta vecina explicó ayer a Levante-EMV que el olor es tan «nauseabundo» que a los residentes de este tramo de costa les cuesta conciliar el sueño por las noches. También denunció que empiezan a proliferar los mosquitos.

«Todavía no ha llegado el calor y vivir aquí ya es insoportable. Si pasan los días y no se hace nada, la contaminación va a ir a más», advirtió esta vecina.

No es la primera vez que el agua se estanca al acumularse «posidonia» y grava en la salida al mar del río Girona. Y el resultado es siempre el mismo: agua estancada, malos olores y mortandad de peces. Este espacio natural se degrada en cuestión de días.

La solución no entraña ningún misterio. Una pala mecánica (la competencia es de la CHJ y de Costas) rompe el «dique» que tapona la desembocadura y el agua corre y se regenera. Los vecinos denuncian falta de previsión y lamentan que se actúe cuando el mal olor es ya inaguantable y el río se pudre.