Ángel de la Fuente (Gijón, 1962), formado en EE UU, es especialista en Hacienda Pública. Este economista, cuyos trabajos se han publicado en numerosos medios nacionales e internacionales, desarrolla su labor en el Instituto de Análisis Económicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con sede en Barcelona. Experto en el sistema fiscal nacional y autonómico, asegura que no hay más remedio que ahondar en los recortes, aunque suponga alargar la recesión.

Usted afirma que no queda más remedio que aplicar los duros recortes anunciados por el presidente del Gobierno. ¿Servirán para reactivar la economía?

No. Más bien al revés, seguramente hay un riesgo elevado de que muchas de estas medidas reduzcan el consumo y alarguen la recesión. Pero no se toman para estimular la economía sino porque es urgente reducir el déficit público. No podemos estar mucho tiempo con déficits cercanos al 10 % del PIB y menos aún con unos mercados financieros tan nerviosos como los actuales, que sólo nos prestan dinero a precios muy elevados. Por lo tanto, hay que recortar gastos y/o subir impuestos y tasas.

Subir los tipos de IVA u otros impuestos no implica recaudar más.

Eso es bastante discutible. Normalmente, cuando se suben los tipos se recauda más. Es verdad que si llevas las cosas al extremo puede pasar lo contrario, en parte a través de un aumento del fraude y en parte a través de una caída del consumo, pero yo creo que estamos lejos de haber alcanzado ese punto.

¿Está España intervenida, si no de forma oficial sí de facto?

El mundo no es blanco o negro, sino lleno de tonos distintos de gris. Cuando entramos en la Unión Europea renunciamos a una buena porción de nuestra soberanía económica. Esto ha ido a más desde entonces con la reforma de los tratados, la creación del euro, etcétera, y nunca nos ha parecido mal. Ahora pedimos ayuda y nos ponen condiciones. Si lo llamamos intervención suena feo, pero es posible que nos venga bien que nos empujen un poco desde fuera para hacer ciertas reformas que necesitamos en cualquier caso. Un buen ejemplo son las pensiones. Hace tiempo que sabemos que había que reformar el sistema, pero la cosa solamente se puso en marcha cuando el Gobierno anterior se vio entre la espada y la pared.

El Ejecutivo no sólo rechazó compartir con las comunidades autónomas el punto de déficit que España logró arrancar a Bruselas, sino que las fuerza a recortar más para acelerar la reducción del déficit. ¿No debería haber sido más flexible?

El reparto del margen adicional de déficit tendrá que negociarse. Tengo la impresión de que el Gobierno central se resiste a ceder de entrada porque no quiere que las regiones se relajen ahora, que parece que por fin se están poniendo a recortar, y preferiría guardarse un cierto margen para compensar ex post posibles desviaciones tanto autonómicas como estatales que, visto lo visto, no serían ninguna sorpresa. Yo haría lo mismo.

Las autonomías tienen que recortar gastos. ¿En qué partidas se debería de incidir?

Me temo que habrá que tocarlo prácticamente todo pero, por supuesto, convendría empezar por eliminar todo lo superfluo. Así a bote pronto, yo diría que casi todas las televisiones autonómicas son perfectamente prescindibles. También sobran muchas embajadas autonómicas, se podrían eliminar un montón de subvenciones de carácter dudoso y algunos organismos regionales que duplican sin necesidad las funciones de otros estatales, como los defensores del pueblo. En algunos sitios parece que había más coches oficiales de lo razonable o demasiados gastos en viajes de carácter más bien lúdico… En fin, hay un montón de cosas inútiles que seguramente habría que eliminar, pero no bastará con eso. Habrá que recortar gastos en materias sensibles e importantes.

Sanidad y educación concentran la mayor parte del gasto autonómico.

Precisamente porque concentran el grueso del gasto autonómico va a ser inevitable reducir el gasto en estas partidas u obtener más recursos vía tasas (el famoso «copago»). Si no, no llegamos. Y yo creo que también aquí hay margen para ahorros razonables que permitan mantener un servicio de calidad en condiciones equitativas para los ciudadanos. Por ejemplo, en algunos sitios los libros de texto o las comidas escolares eran gratis para todos, pero esto no es necesariamente razonable. Lo mismo pasa con las comidas en los hospitales o con las medicinas de los jubilados. Hay mucha gente que se puede pagar estos servicios y no tiene sentido regalárselos. Otros no, y a ésos es a los que hay que proteger especialmente.

¿Y en educación?

Los resultados académicos no dependen primordialmente del volumen de gasto. El que en un aula pueda haber 35 ó 40 estudiantes en vez de 30 no tiene por qué ser una tragedia.

¿Hay otras alternativas?

No. Puestos a recortar gastos, es inevitable entrar en las partidas más gordas.

¿Tendrán las autonomías que subir más sus impuestos?

Las autonomías tendrán que escoger la combinación de subidas de impuestos y recortes de gasto que consideren menos mala en cada caso. Pero tienen que asumir de una vez su mayoría de edad fiscal y dar la cara ante sus ciudadanos. En muchos casos, eso supondrá subir sus impuestos y explicar a los votantes por qué lo hacen.

¿Está de acuerdo con la limitación en los sueldos de los altos cargos públicos?

Con algún tipo de limitación o de baremo, sí. Pero creo que el principal problema en este sentido es que los sueldos de los altos cargos públicos son demasiado bajos. Tan bajos que resulta muy difícil atraer a gente razonablemente capaz porque ganan mucho más en el sector privado.

¿Usted es funcionario, ¿le indignan las medidas anunciadas por el Gobierno?

En absoluto. Hay que repartir los costes y nosotros somos casi los únicos en este país que sabemos con cierta seguridad que nuestros empleos no corren peligro inminente. A largo plazo, sin embargo, lo dicho arriba se aplica aquí también en la parte alta de la pirámide. Si queremos buenos altos funcionarios, hay que pagarles razonablemente bien.

¿Es eficiente el funcionariado español?

¿Y los periodistas, o los empleados de banca? Supongo que habrá de todo.

Si usted tuviera que hacer recortes en la función pública ¿qué propondría?

Tengo la sensación de que podríamos arreglarnos con bastantes menos funcionarios, aunque habría que mirar cada caso con cuidado. Empezaría por intentar enviar los efectivos disponibles a los sitios donde realmente se les necesita, cerrando o reduciendo algunos organismos o servicios que seguramente están sobredimensionados, en buena parte debido al traspaso de competencias a las autonomías.