Los anuncios sobre inversiones, planes de expansión o implantación en la Comunitat Valenciana realizados en las últimas semanas por firmas multinacionales ha alimentado la esperanza de que la autonomía haya incrementado su atractivo para las empresas extranjeras tras varios años de ajustes estructurales. Lo cierto es que ya desde el inicio de la crisis, las filiales de empresas con sede fuera de España han logrado mantener e incluso incrementar sus cifras de negocio. Según los últimos datos publicados la semana por el Instituto Nacional de Estadística, entre 2009 y 2010, las empresas extranjeras implantadas en la Comunitat Valenciana aumentaron un 33,28 % su cifra de negocio hasta alcanzar los 12.700 millones de euros. El aumento de su valor de producción se situó más de 16 puntos por encima de la media nacional. También fueron generadoras de empleo, pues las empresas ocupadas en sus plantas, fábricas y establecimiento crecieron un 20,29 % (frente al 8,87 % en el conjunto de España) y alcanzaron la cifra de 30.299 trabajadores.

Las empresas extranjeras con mayor rango de implantación en la Comunitat Valenciana se reparten entre el sector de la distribución y la industria manufacturera.

Las alemanas Aldi y Lidl, especializadas en supermercados, han logrado hacerse un hueco en el mercado local con el permiso de Mercadona y Consum. No han frenado su expansión de apertura de nuevas tiendas en los últimos años, afianzando su cuota de mercado en el segmento de la distribución para clases medias, con el precio como principal ventaja competitiva. También las francesas de la gran distribución Alcampo y Carrefour han mantenido el tipo, si bien la última se ha visto obligada a introducir cambios en su modelo de negocio y diseño de grandes establecimientos para adaptarse a los cambios del mercado. Se trata de firmas que llevan años implantadas en el mercado local. Conocen el negocio y al frente de las mismas cuentas con ejecutivos españoles.

Más allá de la distribución dos noticias positivas con Ford e Ikea como protagonistas han animado el deprimido estado de ánimo de la opinión pública sobre el futuro económico de la autonomía. La decisión de Ford de cerrar su factoría de Genk en Bélgica para trasladar la producción a Almussafes ha generado optimismo en el sector local de la automoción, muy desconcertado por los ajustes realizados hasta ahora en la fábrica y en las empresas de su entorno y preocupado por las pesimistas cifras sobre ventas de vehículos que cada mes se publican en España. A la espera de que la multinacional concrete el traslado y negocie con las autoridades belgas, el mensaje que se lanza es que la rebaja de los costes laborales en la Comunitat Valenciana como consecuencia de la crisis y la óptimas infraestructuras de trasporte suponen un atractivo para las firmas foráneas que quieran implantar sus fábricas con vistas a la exportación de productos.

El cierre del Corredor Mediterráneo, amortiguado por la escasez de inversiones comprometidas por el Gobierno central, es clave para afianzar la posición valenciana de territorio captador de multinacionales exportadoras. Los recortes están retrasando su ejecución, aunque la ministra de Fomento Ana Pastor ha anunciado esta semana que hay compromiso económico y que en pocos meses se comenzará a ejecutar el Tercer Carril ferroviario.

El acuerdo con Ikea para Alfafar (bloqueado desde hace años por la presión de la menguante industria local del mueble) o la decisión de la química japonesa UBE de ampliar producción en la planta de Castelló refuerzan la percepción de que la visión exterior de la Comunitat sigue siendo positiva. Desde el Consell de Alberto Fabra se analizan con optimista esperanza los buenos datos de implantación de empresas extranjeras.