En su libro explica que la economía mundial se aproxima a una nueva era, ¿hacia dónde nos lleva?.

Hay un primer horizonte que es el declive de las hegemonías que han estado vigentes hasta ahora. Si no fuera por media docena de economías emergentes el año pasado o este mismo año el mundo no crecería. Para que nos hagamos una idea, la economía china es la responsable del 40 por ciento de la contribución al crecimiento mundial. El segundo rasgo es el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación y, el tercero, la convalecencia ocasionada por la crisis, surgida en EE UU, pero que ha trasladado su epicentro a Europa.

Usted sostiene que en esa crisis que vive Europa no caben medias tintas. O salimos del euro o hay una apuesta decidida por un federalismo europeo, aunque sea a costa de perder soberanía.

Absolutamente. No hay más alternativas y yo soy partidario de hacer mucha más Europa. La cesión de soberanía de hecho ya se produce. Lo que hace falta es perfeccionar la federación europea y dotarla de técnicas de decisión sensata. Se ha antepuesto la moralina de una austeridad a ultranza a lo que realmente le interesa al conjunto de las economías.

¿El siguiente paso es la unidad bancaria?

Sí. De hecho, una de las pocas consecuencias favorables de esta crisis es haber hecho de la necesidad virtud y haber decidido los pilares básicos de la unión bancaria. Lo que ocurre es que esas definiciones se pueden ver dañadas con actuaciones como la de Chipre.

¿Cómo valora lo que está pasando en el país?

Con inquietud porque veo que el Eurogrupo tomó una al principio una decisión precipitada, torpe, que dañaba la credibilidad de un pilar de la unión bancaria que era el seguro de depósitos. Procurando quizá que la crisis la soportaran los chipriotas y no tanto los contribuyentes de otros países llegó a poner encima de la mesa, aunque sólo fuera de forma referencial, el seguro de depósitos y eso puede haber hecho más daño del que se trataba de evitar.

¿Existe riesgo de contagio?

Sí, lo que ocurre es que afortunadamente Chipre tiene una envergadura limitada y los propios inversores en los mercados financieros son conscientes del cuadro clínico distinto que puede existir entre Chipre, Grecia, Italia y España. Pero qué duda cabe de que si no se encuentra una solución adecuada, la propia salida de Chipre de la Eurozona sería un factor de perturbación.

¿Es imaginable una situación de corralito en España?

No. No porque los problemas de Chipre no son los mismos que los de España. Nuestro país acaba de recibir dinero europeo por valor de más de 40.000 millones de euros destinados precisamente a fortalecer su base de capital. Lo que ocurre es que sí sufriríamos el contagio como lo hemos sufrido con la volatilidad en las cotizaciones de los mercados de deuda o en las cotizaciones de los mercados de acciones. España lo que necesita es reducir el tipo de interés de la deuda pública.

¿Aconsejaría al ahorrador de a pie retirar depósitos y guardar su dinero en casa?

Para nada. Hoy los bancos españoles están más capitalizados que hace unos meses.

Tras el desplome de la construcción, ¿por dónde debe caminar el modelo productivo?

No hay que plantearse grandes cambios de modelo sino principios de orientación de la economía. No es bueno que la economía dependa de un solo sector. En los próximos años, a partir de 2015 por ejemplo, vamos a ver un crecimiento de la economía española que va a ser claramente menor al de antes, pero mejor diría yo. Va a ser un crecimiento más diversificado, menos vulnerable a vaivenes en los precios de determinados activos.

El paro ronda los seis millones de personas, ¿hasta donde pueden aguantar esa escalada las estructuras económicas del país?

Poco más porque ya estamos en cifras muy inquietantes, sobre todo cuando uno ve la distribución por edades y el período de permanencia en el desempleo de muchos grupos de población. No creo que vayamos a ver repuntes mucho más significativos en la tasa de paro, pero me preocupa que no tengamos la suficiente rapidez para reducirla.

Tras los ajustes impulsados hasta ahora, ¿hay sitio para más recortes?

Sería un error porque cuanto más recortes a ultranza y más subidas de impuestos, lo único que se hace es pronunciar todavía más la recesión. Al final se da la paradoja de que los países con mayor contracción presupuestaria son los que más deuda pública tienen. Lo que hace falta es distribuir bien en el tiempo el saneamiento de las finanzas públicas y combinarlo, como se está haciendo en EE UU, con una política monetaria más expansiva.

¿Cabe la posibilidad de revueltas sociales en España?

Aquí está jugando un papel clave la solidaridad intrafamiliar, pero qué duda cabe de que si la combinación de malestar económico y desafección política con distanciamiento de las instituciones continúa tendremos problemas importantes. Pero problemas sociales no son sólo ver a la gente en la calle sino ver que la confianza se desploma y que los agentes económicos, las familias, las pequeñas empresas, no confían unos en otros ni en las autoridades. Sin confianza, en la economía moderna, no hay crecimiento sostenible a medio plazo.