Emprendedores forzosos: ¿Una nueva burbuja a punto de explotar? Según la opinión de los que están a pie de calle, viviendo en directo las vicisitudes de estos nuevos empresarios, parece que sí. Que es cuestión de meses que esto ocurra. Una burbuja que se ha inflado con la desesperación de personas sin empleo, que hartas de ver puertas cerradas han optado por establecerse como pequeños empresarios. Que para ello han aceptado traspasos de negocios teóricamente sencillos, como pequeños comercios o bares. Que para financiarse, además de capitalizar de golpe lo que les correspondía del desempleo, han tenido que recurrir a lo poco que tenían ahorrado „a los que les quedaba algo„ y a sus familiares más cercanos para que hicieran de avalistas. Un ejército de personas desesperadas que con el paso del tiempo han visto cómo la esperanza se iba haciendo pedazos en forma de cuotas de autónomo, de seguridad social o créditos a los que no pueden hacer frente. Y lo peor de todo, con la amenaza de que si no se pagan, los bancos podrían empezar a ejecutar las garantías poniendo en riesgo la estabilidad económica de los familiares que les dieron su apoyo.

El problema, además, no es pequeño. Según los datos de UPTA-UGT, entre los meses de enero y julio de este año se han registrado alrededor de 48.000 altas y 47.000 bajas de autónomos en la Comunitat Valenciana, lo que da una idea del índice de fracaso de estos emprendedores, la mayoría de ellos forzosos, obligados por las circunstancias.

Javier Pastor, responsable de UPTA, calcula que en estos momentos puede haber alrededor de 35.000 «autónomos de necesidad» que han capitalizado de forma parcial o total su prestación de desempleo para iniciar un negocio. Y en la mayor parte de los casos esa salida se encuentra en el sector servicios. Algo fácil de intuir si se tiene en cuenta que, actualmente, de los alrededor de 330.000 autónomos de la Comunitat Valenciana, cerca de 91.000 trabajan en el comercio, alrededor de 38.000 en la hosteleria y otros 20.000 en el transporte. Es decir, más de la mitad pertenecen a áreas de negocio que apenas aportan valor añadido y tienen una peligrosa dependencia de la capacidad de consumo interno, que se encuentra en niveles mínimos a causa de la frenada en seco que ha supuesto un largo periodo de recesión, en cuya coctelera se han mezclado el desempleo, los recortes salariales y el «miedo a gastar por lo que pueda venir».

Los datos macroeconómicos parecen indicar que la caída del consumo ya ha tocado suelo, después de que las ventas del comercio minorista hayan registrado 37 meses consecutivos de caídas. Sin embargo, nadie se atreve a aventurar cuándo y a qué velocidad van a comenzar a recuperarse. Y ese periodo de tiempo es básico para la supervivencia de estos »emprendedores de necesidad», debido a que su capacidad financiera está limitada a muy corto plazo.

Situación desesperante

«La situación llega a ser desesperante», relata Javier Pastor, cuyo contacto con estos emprendedores es diario. «El 85 % de las llamadas y consultas que recibimos son de personas que te preguntan ¿cómo puedo continuar?. Debo tanto a Hacienda, debo tanto a la Seguridad Social, ¿qué hago?». Según Pastor, llega a ser angustioso. «Esto va a explotar, algún día va a explotar, y puede ser muy gordo. Hay mucha gente involucrada detrás, que además va a arrastrar a sus familias y amigos. Estoy muy asustado».

Este temor, sin embargo, parece no llegar a la Administración autonómica. Un alto responsable de la conselleria de Economía quita importancia a este asunto. «Siempre ha pasado lo mismo, unos abren y otros cierran. Es ley de vida». Mientras defiende la política de emprendedores desarrollada desde la conselleria y considera que es la via más adecuada para salir de esta crisis. Insiste en que se están dado ayudas y herramientas para que puedan salir adelante. Uno de esos ejemplos sería la Ley de Emprendedores, aprobada esta semana por el Congreso.

La opinión de la conselleria de Economía no la comparten los autónomos, que continúan quejándose de que las últimas ayudas que se han pagado en la Comunitat Valenciana han sido las del año 2010. «¿Cómo se puede funcionar así?», insisten desde las asociaciones profesionales. También aluden a la falta de apoyo que reciben desde la administración.

Uno de los ejemplos que exponen es cuando comienzan a producirse los primeros problemas económicos. En esos casos, lo primero que dejan de pagar es la cuota de autónomos y a Hacienda, porque si dejan de hacerlo a los proveedores o al banco con el que tienen contratado el crédito los problemas se multiplicarían. «Hacienda suele portarse bien en estos casos, te permiten negociar la deuda pero, eso sí, estando al día en las nuevas cuotas o se rompe lo negociado». Con los bancos la situación se complica; en el momento en el que se acumulan tres cuotas impagadas se entra en mora y el crédito pasa al servicio jurídico de la entidad, al margen de los intereses de demora, que pueden llegar al 30 %.

Entidades financieras

Desde las entidades financieras reconocen la existencia de problemas. El responsable de un banco implantado en la Comunitat Valenciana, que prefiere que no se haga público su nombre, señala que el porcentaje de éxito de los emprendedores es bastante bajo, porque hay mucha gente empujada por la necesidad, no por la disposición a afrontar una idea de negocio. De hecho, a la hora de conceder préstamos a estas personas «ya no se mira tanto las garantías que puede ofrecer el cliente, sino el plan de negocio, la justificación de que la idea que se va a poner en práctica tiene una salida económica, que es viable».

La falta de preparación, por la necesidad, se encuentra detrás de la mayoría de estos fracasos. Muchos de los emprendedores forzosos acceden a negocios aparentemente poco complicados, como pequeños comercios o bares que se traspasan. En algunos casos, estos traspasos tienen su origen en la jubilación del propietario, pero en otros se producen porque el negocio no funciona. Salir adelante en estas circunstancias es prácticamente imposible salvo que exista una idea que permita un cambio de rumbo. Algo que no suele ocurrir, porque el nuevo propietario no suele conocer las entrañas de lo que tiene en sus manos. De hecho, en gran parte de estos negocios suelen cumplirse todos, o casi todos, los requisitos que conducen al fracaso de un negocio: falta de preparación, inexperiencia al frente de una empresa, falta de un enfoque estratégico, no prever las posibles contingencias y no rectificar a tiempo. Resistir a pesar de todo cuando han empezado a reproducirse de forma alarmante los números rojos, además, puede llevar a situaciones irremediables. «Hay que saber cuando paras. Muchas veces te obcecas con aguantar un mes, y otro mes, y otro mes esperando una recuperación que no llega y no solo tú acabas en la ruina, puedes arrastrar a toda tu familia». Es el testimonio de Carmen P., que terminó con varios préstamos personales a su espalda tras cerrar su empresa.

En otros casos, ese intento desesperado de resistencia puede acabar con ejecuciones de préstamos por parte de las entidades financieras contra los avalistas, que suelen ser familiares directos „padres o madres„ cuya única fuente de ingresos es la pensión de jubilación y su único bien embargable es el domicilio. Y se trata de unas familias que están ejerciendo el papel de sostén económico en una sociedad quebrada por el desempleo en la que prácticamente la mitad de los parados, en el caso de la Comunitat Valenciana, ya no perciben ninguna prestación económica.

Seis de cada diez parados apostarían por el autoempleo

Una reciente encuesta de Randstad demuestra con claridad los motivos que empujan a un importante número de emprendedores. «En muchos casos, la ausencia de suficientes oportunidades laborales para la demanda de empleo lleva a afirmar al 62 % de los españoles en paro que estarían dispuestos a crear su propio empleo» Según la misma encuesta, la mitad (48 %) de los emprendedores apostaría por crear su nuevo negocio en el mismo sector en el que tiene formación y experiencia. Sin embargo, un 32 % elige un sector diferente, debido a que ven una oportunidad en un ámbito de actividad distinto al que conocen por el desempeño de su profesión. Además, el 20 % restante optaría por el autoempleo, independientemente del sector en el que se desarrollasse.

La encuesta también señala que los trabajadores con estudios universitarios -siete de cada diez- son los más dispuestos a sacar adelante un nuevo negocio, seguidos por los que tienen barchillerato. Por otro lado, las razones esgrimidas por los encuestados para no emprender es la falta de fluidez del crédito, la dificultad para completar los registros legales, la burocracia y la falta de información oficial para crear una nueva empresa. emv valencia