El profesor Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial, aseguraba recientemente que la ola de austeridad que ha azotado Europa tras la Gran Recesión «amenaza con dañar seria y permanentemente el modelo social del continente». Tal como predijeron hace tiempo algunos expertos, según Stiglitz, «la austeridad sólo ha conseguido paralizar el crecimiento de Europa, con mejoras en las balanzas fiscales decepcionantes en todos los casos. Y lo que es peor, la austeridad contribuye al aumento de las desigualdades que harán que esta situación de fragilidad económica perdure, exacerbando el sufrimiento de las personas en situación de desempleo y pobreza durante muchos años».

La crisis financiera mundial de 2008, que comenzó con la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers, sumió a Europa en la incertidumbre y la inestabilidad económicas. Tras la puesta en marcha de una plan de rescate para salvar el sistema bancario europeo, llevamos un lustro de programas de recortes para intentar atajar el déficit público.

Los programas de austeridad aplicados en toda Europa están basados en una fiscalidad «regresiva y corta de miras, así como en el drástico recorte del gasto, sobre todo de servicios públicos como la educación, sanidad o seguridad social», lamenta Intermon-Oxfam. Los principales defensores de la austeridad „como el Fondo Monetario Internacional (FMI)„ están empezando a reconocer que las duras medidas de recortes «no sólo no han dado resultados esperados, sino que han sido nocivas, tanto para el crecimiento como para la igualdad».

Mientras la canciller alemana Angela Merkel vuelve a obtener un respaldo mayoritario en las urnas, el economista Stiglitz, uno de los principales azotes de la economía de los recortes de la inversión pública, advierte de que le gustaría que la primera ministra germana «entendiese que esta doctrina empeora el comportamiento de la economía, aumenta el nivel de desempleo, disminuye los salarios y crea más desigualdad. No existe „añade„ ningún ejemplo de un gran país que haya vuelto a crecer gracias a la austeridad».

A la vista de la situación, veinticinco millones de europeos se verán sumidos en la pobreza en el año 2025 si los gobiernos no abandonan los «tijeretazos», ocho millones de los cuales serán españoles, lo que supone que nuestro país aportaría uno de cada tres de los nuevos pobres de Europa. Este panorama catastrofista es el que dibuja el informe La trampa de la desigualdad. El verdadero coste de la desigualdad en Europa, realizado por Intermón Oxfam en los distintos países europeos. La citada organización no gubernamental advierte de que, de seguir la tendencia actual, el 20 % más rico de la población española podría ingresar 18 veces más que el 20 % más pobre. Si los gobiernos no abandonan los programas de recortes, la situación del mercado laboral acentuará la precariedad.

Caída de ingresos

Mientras tanto, los ingresos reales medios podrían continuar descendiendo durante los próximos años en varios de los países más poblados de Europa, lo cual significaría que, en la práctica, habría más personas que serían más pobres que cuando empezó la crisis. No será fácil que la población adulta alcance la prosperidad que vivieron sus padres. Esta situación podría elevar el nivel de deuda privada lo cual, a su vez, abonaría el terreno de futuras crisis financieras.

La erosión de la negociación colectiva y de los derechos laborales favorecerá el aumento de la pobreza entre la población ocupada, ya que los trabajadores cada vez tienen una menor capacidad para negociar la mejora de sus salarios y de sus condiciones laborales. «Los mercados laborales perderán su razón de ser a medida que las élites aumenten su participación en los ingresos», sostiene Oxfam. Cada vez más, los trabajadores lucharán por encontrar un empleo donde les paguen suficiente „o donde les contraten suficientes horas„ como para conseguir salir de la pobreza. El elevado nivel de paro „ especialmente de paro juvenil y de larga duración„ excluirá a generaciones enteras, cuya situación en el mercado laboral será de permanente desventaja.

Congelación del gasto público

Entre 2010 y 2014, el total del gasto público se habrá reducido en un 40 % del PIB en Irlanda, en aproximadamente un 20 % en los Países Bálticos, en un 12 % en España y en un 11,5 % en el Reino Unido. En muchos países, estos recortes se han traducido en la pérdida de una gran cantidad de empleos y de servicios públicos básicos. Por ejemplo, en el Reino Unido está prevista la eliminación de 1,1 millones de empleos públicos en el periodo 2010-18; se estima que perderán sus empleos el doble de mujeres que de hombres, ya que las mujeres ocupan el 64 % de los empleos públicos en el Reino Unido. Esta experiencia se repite en toda Europa. Además, tanto Italia como Irlanda han recortado los salarios de los empleados públicos, mientras que el Reino Unido, Portugal y España los han congelado.

Paro juvenil desbocado

Otra de las principales señales de alarma que constata la gravedad de la crisis es el nivel de paro juvenil y de larga duración. Toda una generación de jóvenes „con tasas de desocupación superiores al 50 % de la población activa de España (en el caso de los menores de 25 años)„ se enfrenta a años de desempleo. Además, el valor real de los ingresos medios sigue cayendo en picado, sobre todo en los países que han aplicado agresivos recortes del gasto. Incluso quienes tienen empleo se enfrentan a un futuro en el que serán bastante más pobres de lo que fueron sus padres. En la actualidad, casi uno de cada diez hogares en lo que se desempeña alguna actividad laboral vive en la pobreza. En 2012, uno de cada cuatro españoles (es decir casi trece millones de personas) estaba en riesgo de pobreza o de exclusión social, lo que supone un aumento de 2,1 millones respecto a 2008. Según el estudio, de mantenerse esta tendencia, en 2025. España podría tener 20 millones de pobres, 7 millones más que actualmente, lo que representaría el 42 % de la población. Parte de esta bolsa de pobreza, según la mencionada ONG, tiene su origen en la reforma laboral, «que favorece el despido y los empleos precarios, y merma la capacidad de negociación con las empresas».

La reforma laboral no funciona

A vueltas con la reforma laboral, es revelador también el informe que presentaba esta emana el Banco de España. Según el instituto público, los cambios en el mercado de trabajo introducidos por el Gobierno de Mariano Rajoy desde el inicio de la legislatura no ha frenado el ritmo de destrucción de empleo, cuya intensidad «ha seguido comportándose de manera semejante a como venía haciéndolo antes de 2012». Con todo, sí considera que se ha frenado la caída de la creación de empleo.

El análisis que realiza el ente gobernado por el economista Luis María Linde „correspondiente a septiembre„ incluye un análisis específico sobre los efectos de la última reforma laboral, donde deja claro que la tendencia aún descendente de la tasa de creación de empleo está condicionada por la intensa caída de la actividad del Producto Interior Bruto (PIB) en 2012 . Asimismo, destaca que aunque la tasa de destrucción de empleo ha permanecido en niveles elevados en los últimos trimestres, no se ha producido una aceleración adicional.

A la vista de la situación, Oxfam aboga porque los gobiernos europeos apuesten por las personas y el crecimiento económico, inviertan en los servicios públicos, fortalezcan la democracia institucional o que desarrollen sistemas fiscales justos. Los ingresos de las diez personas más ricas en Europa (217.000 millones de euros) superan el coste total de las medidas de estímulo aplicadas en la Unión Europea entre 2008 y 2010 (200.000 millones), según indica un estudio elaborado por Bloomberg. ¡Qué barbaridad!