Han pasado varios siglos desde que las hogueras en altas torres fenicias vigilaban el mar, sin embargo los faros siguen rodeados de ese romanticismo de mareas, soledad y misterio que tantas novelas ha inspirado. El Ministerio de Fomento lo sabe y quiere sacarles partido. A partir de ahora será más fácil que se pueda dormir, desayunar o pasar las vacaciones en uno de estos emblemáticos edificios. Se trata del proyecto «Faros de España» que se ha presentado esta semana y está dirigido a iniciativas empresariales cien por cien privadas interesadas en alquilar ciertas zonas de los faros para implantar un restaurante o un hotel. Esto ya estaba contemplado en la Ley de Puertos de 2009, pero la novedad es que se pretende agilizar los trámites para que aumenten las peticiones de explotación de estos lugares.

Según Fomento, el objetivo es dinamizar el tejido empresarial hotelero y gastronómico de España y a su vez potenciar la imagen del país como un destino turístico más atractivo y singular. La empresa privada obtendrá una concesión con dos obligaciones mínimas: ofrecer un servicio compatible con la actividad del faro , que seguiría con su funcionamiento habitual, y devolver el espacio a su estado inicial una vez cese el contrato, por lo que se entiende que no se podrá construir ni modificar la edificación. Fuentes del Ministerio aseguran que «se respetará escrupulosamente la ley de costas y el pliego técnico de cada faro y por ello se analizará caso por caso».

Para ello se ha constituido un grupo técnico de trabajo formado por representantes de Autoridades Portuarias y Puertos del Estado para coordinar las actuaciones futuras en esta materia. Esta comisión evaluará las propuestas empresariales de explotación de los faros junto con la autoridad portuaria y el Ayuntamiento de la localidad correspondiente. «No se sabe cuáles van a ser ni cuánto valdrá su alquiler porque aún hay que evaluar su idoneidad y su viabilidad y esperar a ver qué compañías están interesadas», aseguran fuentes de Fomento.

El objetivo secundario parece ser la rentabilidad económica de los faros, que se financian a través de la tasa de ayuda a la navegación. Cómo se explica desde Fomento, «su uso complementario permitiría que una concesión privada mantuviera económicamente el servicio». Esta propuesta es parecida a la que el gobierno de Mario Monti impulsó en Italia en el año 2012 cuándo agilizó la venta o arrendamiento de faros como medida para reducir la deuda. Desde entonces, solamente el de Cerdeña se ha convertido en hotel y tiene seis habitaciones que cuestan, en temporada baja, 500 euros por noche y cama.

Se llama faro de Spartivento y su propietario tiene una concesión del Estado para 38 años por la que paga 3.000 euros al mes en concepto de alquiler. En España ya hay dos faros hoteles, uno en el fin del mundo, en Finisterre, cuyos precios oscilan entre los 95 y los 110 euros por una noche en una habitación doble; y otro en Girona, en el que se pueden alquilar habitaciones para dos por 500 euros la noche en temporada alta y 200 en baja. Los precios altos se deben a que el espacio disponible es muy escaso y se reduce a la antigua casa del guarda faros o al almacén, por lo que normalmente sólo pueden instalarse hoteles de tres a cinco estrellas con escasas habitaciones dónde prima la exclusividad.

Este es el motivo que ha hecho que colectivos como la Asociación de Amigos de los Faros de España declaren que aunque se trata de una buena iniciativa puesto que acerca estos puntos a la población para poner los faros realmente en valor, el camino sería abrirlos al público con proyectos menos exclusivos.

En España hay 187 faros en funcionamiento de los cuáles 55 están todavía habitados por un funcionario que está en vías de extinción. Hace veinte años que no se convocan oposiciones para el puesto. De este número total, 53 se dedican a una actividad complementaria a la de vigilar el tráfico marítimo; siete son cafeterías o restaurantes, uno es un acuario y veintiocho han abierto sus puertas a exposiciones de arte y centros de interpretación.