Poco a poco, Alfara de la Baronia ha ido ampliando su pequeño espacio urbano. En el siglo XX la primera expansión fue hacia el norte y el sur. Esta ampliación se designaba con unos términos generales: Les afores correspondía a las calles del sur y extramuros a las del norte. Esta última acepción llegó a ser oficial hasta la década de 1980 y hacía referencia a las calles más allá de las paredes de las últimas casas antes del ensanche.

El ayuntamiento, en sesión ordinaria de 14 de septiembre de 1979, dio un plazo de mes y medio para que los vecinos presentasen propuestas en relación con el cambio de nombre de algunas calles. A partir de ahí se pensó también en nombrar las de la zona extramuros, tal es el caso que nos ocupa.

Si vamos por la parte alta del pueblo veremos una calle que baja hasta el río. Para esta calle se dispuso el nombre de Río Palancia. El cauce cruza el término en su camino al mar. A ambos márgenes ha habido asentamientos datados desde el neolítico y en sus zonas próximas pronto se expandió el cultivo de árboles frutales y cereales, al disponer de acceso fácil al riego a partir de la Acequia Mayor de Sagunto.

El topónimo Palancia no es moderno. Antonio Ponz en su Viaje, impreso en el último tercio del siglo XVIII, dice refiriéndose al río que «entre los antiguos se supone que no tuvo otro nombre que Palancia». Probablemente nos encontramos frente a una voz prerromana, tal vez ibérica.

El río se identifica con los pueblos por donde discurre y, al ser el único, es fácil encontrar su denominación como el río de Alfara, el río de El Toro o simplemente, por economía lingüística, el Río. El Palancia nace en la sierra de El Toro y tras un recorrido de 85 kilómetros, desemboca en el Mediterráneo. Es, por lo tanto, un río principal y en su cauce, se han construido el pantano del Regajo y la presa de Algar.

Es tanta la identificación del pueblo con su río que ha habido eruditos que han asignado su nombre a la localidad. Alfara de Palància es la propuesta que figura en el listado de municipios valencianos de 1936, elaborado por Nicolau Primitiu, Josep Giner y Manuel Sanchis Guarner. También aparece esta denominación en la Geografía elemental del Regne de València de Emili Beüt y es citada por Rosselló i Casanova.

Vamos a ir andando por la calle en dirección al río. A la izquierda se encontraba la Industria Viguetas Titán y una carpintería. Luego cruza la calle la Séquia Gran, que es la Acequia Mayor de Sagunto, y la Séquia Xicoteta, que recibe el agua para regar la parte alta de la Huerta Vieja y que discurre por la orilla este de la localidad. Abajo estaba el abrevador con sus losas trabajadas y oblicuas para que los caballos, al regresar de todo el día en el monte, pudieran beber. En el abrevador y en las acequias se recogía el agua para regar las calles de tierra, limpias y frescas en verano.

Y a continuación la cisterna, que data de 1788. Su mantenimiento por parte del vecindario y del ayun-tamiento a lo largo del tiempo y recientes restauraciones hacen de este entorno un lugar agradable. En 1930 , la comisión permanente del ayuntamiento aprueba el pago de 87 pesetas y 10 céntimos por trabajos en su interior y al inicio del verano el pago de 23 pesetas y 60 céntimos por limpiar y blanquear la cisterna.

Una vista a la derecha nos llevará al lavadero. Originariamente su construcción era más larga. Comenzaba con un partidor de obra que dejaba una balsita en el inicio. La balsita se utilizaba para limpiar la fregada. El resto servía para lavar y fregar sobre unas losas. Y el final se utilizaba para lavar las alpargatas, las estoras o los trapos, así como las paellas. Aún se conserva este orden. El lavadero era un lugar de trabajo y también de reunión donde las mujeres aprovechaban para conversar.

Camí de la Palancia

Seguimos bajando hacia el río por un camino ahora asfaltado, más ancho y alumbrado. Este tramo también era conocido como Camí de la Palanca, en referencia a unos tramos con dos palos sobre un altillo de obra para cruzar en caso de riada. Si las riadas eran grandes se llevaban los palos. La Palanca viene de antiguo. La comisión permanente, en sesión de 5 de mayo de 1929, ya cita que «el camino de l'Escala que va del pueblo al río está en muy mal estado, lo que hace muy difícil el tránsito en la época de la recolección de las cosechas, por lo que se acuerda proceder a su arreglo». Y se arregla, pagando los jornales correspondientes que ascienden a un total de 2.712 pesetas y 25 céntimos.

Hemos llegado al río. Ancho, hermoso y también utilizado por el pueblo por cuanto en la década de los 80 se construyó en la zona alta de su cauce el campo de fútbol local, juego que practicaban los jóvenes en un solar de la calle Valencia, zona de les afores. Bien se merece nuestro río tener una calle a su nombre.