El próximo día 24 de octubre, en el Casino Recreativo, tendrá continuidad la Jornada sobre Patrimonio Industrial Arquitectónico celebrada el pasado día 25 de septiembre en el Casal Jove de Puerto de Sagunto. En esta próxima cita habrá participaciones importantes como las de Carmel Gradolí o Antonio Ariño, moderadas por los compañeros de Apiva y Amimo.

En ese primer encuentro surgió la duda de por qué la opinión de la gente no es tenida en cuenta más en un tema tan sensible en Puerto de Sagunto como la recuperación de la memoria a través del Patrimonio Industrial. «En cuanto aparecen los técnicos, la cosa se va de madre —dijo uno de los asistentes— ni caso se nos hace ya».

La responsabilidad de esta situación la tiene un proceso del que la mayoría de técnicos también es víctima, no todos obviamente (y a este respecto cui prodest?). Cuando se pregunta qué posibilidades hay de hacer algo, o qué alternativas se consideran viables sin haber dado la mínima información sobre de qué dimensiones estamos hablando, con qué presupuesto se contaría, etc., ya podemos imaginar que la opinión que expresemos va a servir de bien poco, porque carecemos de datos para ser incisivos con nuestra ilusión.

Se legitima así, con este proceso, una escenografía que favorece solo a quienes estén celebrando que, cuando se cierre el libro de firmas, van a recibir un encargo que no estará sometido a ningún tipo vinculante de control social, y por tanto, que cualquier otra puesta en escena continuará siendo publicidad.

Si de verdad quieren escuchar a la gente deben poner a la sociedad por encima de los técnicos, lo que significa convocar a equipos multidisciplinares para que pongan en orden los datos y den forma a propuestas sobre las que, posteriormente, la sociedad pueda dictaminar su sentencia en jurados, asistiendo a las presentaciones y teniendo capacidad de modificar los proyectos sobre la base de los análisis expuestos. Es decir, den a la sociedad un voto informado para que pueda ejercer el poder real.

De otra manera, tarde o temprano, la gente se acaba dando cuenta de que su opinión ciertamente ha valido de poco, como ocurrió la otra noche en el Casal Jove. Un desencanto que desde aquí comparto plenamente, aunque no puedo hacer mucho más. Algunos técnicos podemos participar en estas jornadas, sí, pero mientras no se modifiquen los procesos no podremos intervenir.