No hay palabras suficientes para expresar el amor que sentimos por Gonzalo Montiel Roig y el dolor y la tristeza que nos provoca su marcha. Si ahora estamos escribiendo sobre el, es porque hemos tenido el privilegio de haber compartido vida con Gonzalo?, como amigos, como compañeros.

Son tantas las facetas vitales en las que brilló, siempre con la modestia y la discreción que le caracterizó: En su querida Universidad de Valencia desde el CADE o desde La Nau Centre Cultural; desde el claustro o desde el consejo de gobierno, desde las comisiones estatutarias al impulso del proyecto por hacer una universidad mejor, como doctorando, como doctor, como director de tesis, desde Comisiones Obreras en la UV o de sus tareas de representación institucional, como docente en la UJI, como compañero en los grupos de investigación sobre la Violencia de Género o de la Comunicación, o su apoyo continuo al mundo de la cooperación y la solidaridad.

En el Puerto, en su compromiso con la Memoria Obrera y el Patrimonio Industrial, desde el Colectivo La Compañía, desde la Comisión para la Defensa de la Gerencia o desde la recién creada Amimo, desde sus textos o sus exposiciones a su compromiso político, desde Esquerra Unida para conseguir que otra ciudad fuera posible.

De sus años jóvenes como monitor en la parroquia de San José, a su cuestionamiento racional de la fe y la crítica contundente a una Iglesia cada vez más alejada de sus valores fundamentales de amor y justicia. En el mundo de la Gestión Cultural o de la Animación Sociocultural, de la EAJ o desde la Asociación de Gestores Culturales, desde los postgrados de participación o de políticas de juventud, desde La Companyia Hongaresa de Teatre a las exposiciones de fotografía obrera e industrial. Como escritor o como periodista en aquellos años del Levante-EMV y de prensa local; como compañero de excursiones, de tenis u otros deportes; como intelectual en sus reflexiones de papel, de correo, de café o de aula?

Nos inunda ahora la desolación, la tristeza infinita, el vacío? Es increíble el estar sin Gonzalo y a la vez estar lleno de él. De nosotras y nosotros dependerá que podamos seguir viviéndolo en nuestro corazón y en nuestra mente, nos seguirá ayudando, como siempre ha hecho, a ser mejores personas, a ser mejores ciudadanos, a comprender lo que ocurre dentro y fuera de todos nosotros, a continuar sus proyectos en marcha.

Con él hemos aprendido a vivir, nos hemos contagiado de su pasión y su implicación en todo lo que hacía, hemos aprendido de sus críticas y de sus alabanzas, de su rigor intelectual y de su exigencia continua, nos hemos motivado con su capacidad de trabajo y de militancia, nos hemos sorprendido con sus despistes y con sus sorpresas, hemos gozado de su bondad y de su amor ilimitado.

Con Gonzalo hemos sido mejores personas, ahora tenemos el deber de hacer todo lo posible para que su recuerdo siga con nosotros y que sus hijas Olivia y Martina conozcan lo maravilloso, brillante e increíble que era su padre.

Hasta siempre Gonzalo, compañero, profesor, amigo? Nos vemos en el Paraíso!