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Recuerdo a Morcillo y al 28 de abril

Como cada 28 de Abril, Día Internacional de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, UGT y CC OO vamos a recordar a las trabajadoras y los trabajadores que fallecieron o perdieron la salud mientras se ganaban la vida y nos comprometemos a luchar durante el resto del año para acabar con la precariedad, la desigualdad y las injustas condiciones de trabajo que se encuentran tras los accidentes y las enfermedades de origen laboral.

También recordaremos a Antonio Morcillo sindicalista de CC OO que nos deja una gran estela en la lucha obrera, donde siempre puso en valor la función del sindicato reforzando su utilidad, reivindicando en positivo el componente ético de su acción y su utilidad social de su intervención colectiva.

En 2016 celebramos el 20 aniversario de la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. En este periodo, la generalización de la actividad preventiva en las empresas, las políticas públicas activas y la labor de los recién elegidos delegados de prevención lograron, no sin pocos esfuerzos, una mejora de las condiciones de trabajo que se tradujo en un periodo de acusado descenso de la siniestralidad que se prolongó hasta 2012.

Sin embargo, la apuesta por políticas de ajuste de marcado acento neoliberal como alternativa de salida a la crisis, especialmente representadas por las reformas laborales, deterioraron de forma grave la negociación colectiva y el ejercicio efectivo de derechos, elementos imprescindibles para la salud y la seguridad en el trabajo. Estas dinámicas han determinado una regresión de la prevención en las empresas y, no por casualidad, la aprobación de la Reforma Laboral del PP en 2012 coincidió con el cambio de tendencia de la siniestralidad. En estos cuatro años de legislatura han fallecido 2.310 trabajadores y desde 2012 hasta 2015 se han acumulado incrementos del 8% en el índice de incidencia para el conjunto de sectores y del 9% para la siniestralidad mortal. Es inadmisible que en pleno siglo XXI, fallezcan más de 600 personas en un año por ejercer su labor profesional.

El debilitamiento de la negociación o la desigualdad, han cambiado las condiciones de trabajo en los sectores y actividades más feminizados han sufrido con más rigor los efectos de la crisis, lo que unido a la falta de políticas eficaces de igualdad de género contribuye al deterioro de la salud de ellas pues desde 2013 el número de partes comunicados de enfermedad profesional con baja en mujeres es superior en términos absolutos al de los hombres a pesar de ocupar un volumen menor de población.

Esta legislatura tampoco ha servido para solucionar el grave problema de ocultación de Enfermedades Profesionales, sobre todo de las más graves y que comportan mayor sufrimiento a los afectadas y sus familias. El caso del cáncer laboral es especialmente sangrante. Ante este panorama, ante el 28 de abril, queremos trasladar la necesidad de un cambio de rumbo en la prevención de riesgos laborales adecuándola a realidad actual.

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