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Podas con doble vida en Sagunt

El ayuntamiento ahorra al reutilizar por primera vez los restos de jardín para abonar sus parques

El tratamiento de los parques público de Sagunt es ahora más respetuoso con el medio ambiente y supone un importante ahorro de costes para el servicio.

La Sociedad Anónima de Gestión (SAG) ha puesto en marcha una técnica avanzada en la gestión de las zonas verdes consistentes en aprovechar los restos de poda como compuesto para mejorar las condiciones del suelo.

Sin embargo, el último paso ha sido el uso de esta materia orgánica en descomposición en los parques caninos. «Estos restos orgánicos lo que provocan es la absorción del orín de los animales evitando el mal olor que suele rodear estas zonas. Pero además, también se combaten los movimientos de arenas; evitando así que se levante el polvo durante los días de aire, un asunto por el que se habían quejado algunos usuarios de estos parques», explicaba el gerente de la SAG, Enrique Catalá.

El pipi-can de la Forja ha sido el primero en acoger esta iniciativa aunque desde la SAG ya se ha anunciado que la exportarán al resto de parques caninos del municipio ante los buenos resultados obtenidos.

Aunque la utilización de estos restos orgánicos triturados en los parques para perros es una experiencia piloto del departamento, la respuesta positiva de algunos usuarios de estas zonas está siendo determinante para que la gerencia de la SAG y el ayuntamiento estén estudiando trasladarla a otros pipi canes del núcleo histórico, y si realmente es factible y rentable hacerlo en todos los parques.

Recicladoras por cortadoras

El proyecto se inicia con la poda, para la que ya no se utilizan cortadoras sino recicladoras que trituran directamente la materia orgánica y la convierten en una especie de compuesto que enriquece el suelo. «Aporta nitrógeno, disminuye las malas hierbas y la composición del suelo se mejora enormemente».

Esta nueva técnica supone una gestión de «mayor calidad de las zonas verdes», además de un ahorro considerable en la misma.

Por un lado, el mantenimiento de la humedad en el suelo recorta el gasto de agua y por otro, se evita el uso de herbicidas para acabar con las malas hierbas, explicaban desde la SAG , a lo que se suma un respecto mayor del medio ambiente y un tratamiento más sostenible.

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