Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La hostelería pide civismo y comprensión

Profesionales del sector dicen entender las demandas vecinales para garantizar el descanso nocturno en Sagunt pero señalan que los horarios se cumplen y se ven impotentes ante la costumbre de salir tarde y hablar alto Algunos piden zonas turísticas

La hostelería pide civismo y comprensión

Aseguran entender las demandas vecinales de quienes buscan el descanso nocturno, pero también muchos hosteleros de los dos núcleos de Sagunt piden comprensión y admiten sentirse impotentes ante dos realidades «totalmente arraigadas»: El salir a cenar sobre las 22 horas o más y el hablar con un tono de voz elevado, que a menudo aún sube todavía más conforme avanza la noche.

Varios profesionales del sector consultados ayer por Levante-EMV coincidían en estos planteamientos y consideraban «realmente difícil» conciliar las dos posturas, tal y como reclaman un grupo de vecinos del Port de Sagunt que se han unido para acudir el martes al próximo pleno y demandar medidas en esta línea, al asegurar que no duermen bien desde que en marzo abrió un bar con terraza debajo de su finca que llega a reunir a unas cien personas.

De entrada, los hosteleros insistían en sus limitaciones cuando el tono de voz de sus clientes empieza a subir cada vez más. «Les puedes decir algo si chillan mucho, pero no vas a estar llamándoles la atención todo el rato porque, entonces, no vuelven», decía uno de ellos. «Mucha gente habla alto aunque le digas algo e incluso te da problemas para irse cuando les dices que tienes que cerrar», apuntaba Román Milla. «Hay un problema de incivismo que nosotros no podemos resolver», añadía otro.

Aún así, algunos daban ciertas ideas. El presidente de la asociación de hosteleros Adetursa, Jesús Soriano, apuntaba a título particular que él defiende la delimitación de unas zonas turísticas y otras residenciales con un horario un poco más amplio «para que así cuando alguien se compre una vivienda allí sepa qué puede encontrarse». A su juicio, tanto la plaza Glorieta y la subida del Castillo en Sagunt serían lugares ideales para enmarcarse en la primera sección, al igual que la zona de la paya del Port, la Alameda o el Triángulo Umbral.

Otros eran escépticos ante la regulación por zonas y había quien consideraba que las molestias por ruidos que generan la mayoría de terrazas son equiparables a las de otros negocios. «Todos queremos servicios, pero nadie los quiere debajo de su finca. Cuando la gente vive en una ciudad, sabe que tiene que aguantar algunas molestias si quiere tener luego servicios a mano. Es lo mismo que cuando vives en una zona donde se pone el mercado extraordinario», apuntaba Juan Ponce.

Respecto a la medida defendida por los vecinos de que a los hosteleros se les pida la firma de una declaración responsable con el compromiso de cumplir horarios, lo consideraban innecesario, al coincidir en que en general, se cumplen. «La policía local controla bastante por aquí. Y la gente sabe que se enfrenta a multas e incluso a que no le renueven el permiso de terraza el próximo año», decía Soriano. A ello, Vicente Belmonte añadía que los hosteleros «ya tienen mucha presión». «Al final, todo son normativas y limitaciones. Luego dicen que no hay trabajo ni actividad turística, pero es que los servicios de este tipo tienen unas características concretas. Si cerramos, los vecinos dormirán bien, pero luego sus hijos igual no tienen trabajo», apuntaba Vicente Belmonte, mientras Soriano apostillaba: «Eso, igual el futuro es irnos a Alemania para que se quede la ciudad tranquila; pero yo creo que el que quiera calma total, si no se va a la sierra, no la encontrará».

Aún así coincidían es en que el ánimo del hostelero en ningún caso es molestar a nadie. «Lo que queremos es trabajar, adecuarnos a las reglas, dar un servicio al pueblo y crear riqueza. Por eso lo ideal es conciliar mejor pero sin poner solo sanciones que cierren la salid al turismo», decía Vicente Belmonte.

Compartir el artículo

stats