El complejo de gran lujo impulsado en la playa de Canet d'En Berenguer en pleno «boom» urbanístico pasó ya hace tiempo de ser un símbolo de la burbuja inmobiliaria a la viva imagen de la crisis. Sin embargo, el esqueleto de las dos torres inacabadas se ha convertido también en un peligro, al constatarse que algunos niños se han colado en su interior y han llegado a jugar hasta en un octavo piso, donde han sido sorprendidos sentados en una esquina, con las piernas colgando hacia el vacío.

El ayuntamiento no se ha quedado con las manos cruzadas y no sólo exigió recientemente a los propietarios que reforzaran la seguridad, «como ya han hecho», según aseguraba el alcalde, Leandro Benito (PP). También les dio un plazo para que renueven la licencia de obras ya caducada y reactiven los trabajos. De lo contrario, el consistorio está dispuesto a ordenar el derribo de las dos torres o llegar a sufragar la demolición con sus propios medios y, después, pasarles la factura.

El alcalde confirmaba a Levante-EMV que «no se trata de ningún farol». «Por suerte este ayuntamiento tiene dinero y determinación para tomar la decisión de derribar las torres con recursos propios y luego pasarle la minuta a los propietarios. Sabemos que tardaríamos tiempo en cobrar pero esto será lo que pasará si no renuevan su licencia de obras», añadía.

El gobierno local, no obstante, espera una solución por parte de los dueños de los dos edificios, el Banco de Sabadell y la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, conocida como Sareb o «banco malo».

En una reciente reunión con responsables municipales, desde las dos entidades se ha expresado su interés por desencallar la situación con la búsqueda de compradores y la renovación de los permisos.

Más ingresos

Esta última medida no sólo reactivaría un proyecto sin precentes en la playa de Canet, sino que también supondría nuevos ingresos para el municipio. Aunque la cifra dependería de la envergadura final del proyecto, la cifra podría ser abultada sólo con la licencia de obras pues, como reconocía el edil de Urbanismo, Jaime Llinares, ésta suele situarse en un 4% del presupuesto de ejecución material que finalmente presenten.

Aún así, el alcalde de Canet admite estar «más tranquilo» desde que se impulsó todo el procedimiento administrativo para instar a los propietarios a renovar la licencia o derribar las torres. Como admitía a este rotativo: «Desde que se lo comunicamos, toda la responsabilidad es de ellos. Es algo que nos preocupaba por motivos de seguridad, sobre todo, después de haber visto a varios niños en el 8º piso con las piernas colgando. A mí se me heló la sangre cuando los ví allí y llamé enseguida a la policía local, para que les desalojaran por miedo a que les pasara algo. Luego, los propietarios ya buscaron una empresa de seguridad que ha tapado los agujeros de la valla y está pendiente de que todo esté bien».

Sólo por esto último, el alcalde consideraba que el «ultimátum» dado por el ayuntamiento «ha sido positivo». Según indicaba: «Hace tiempo sé que entraron y les robaron bastante material y tablones. Pero me precupaba sobre todo por los niños. Está claro que en verano es cuando hay más gente en la playa, pero nunca se sabe».