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Un legado de lujo al borde de la ruina

Sagunt todavía trata de encontrar los usos adecuados que permitan satisfacer las demandas sociales y poner en valor todo el complejo

La mayoría de la veintena de chalés está en ruinas.

El escenario de una guerra perdida. Ese es el aspecto que presenta hoy la mayor parte del complejo de la Antigua Gerencia de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) del Port de Sagunt: 44.600 m2 en los que hace más de 100 años se empezaron a construir más de una veintena de mansiones para los directivos de la siderúrgica, además de edificios con oficinas, alojamientos para los ingenieros solteros, un comedor y un espacio de ocio para fiestas «selectas», todo ello rodeado por amplios viales, aceras, terrazas y jardines para dar intimidad familiar a los cuadros dirigentes de la compañía y quedar separados así del resto del núcleo urbano.

Más de tres décadas después de que la reconversión industrial dejara la zona en desuso, excepto la actividad ininterrumpida en el Casino Recreativo y Cultural, y amenazara incluso con el derribo del complejo, el Ayuntamiento de Sagunt se ha convertido en propietario de todo el espacio sin tener financiación para su puesta en valor ni una idea exacta de para qué destinarlo, después de las promesas incumplidas de la Generalitat.

Y es que el gobierno valenciano lanzó a principios de este siglo su megaproyecto de Ciudad del Teatro con más de medio millón de metros cuadrados, incluida la Gerencia, que posteriormente se redujo al Campus de las Artes Escénicas y que finalmente se quedó en nada, al caducar la reserva para el desarrollo de un plan especial.

Pero lo peor de todo este tiempo es que el Consell no puso en marcha ninguna herramienta para conseguir la propiedad de la Gerencia, que debería haber adquirido por expropiación, y fue el consistorio el que, tras intentarlo a través de un PAI que la Justicia tumbó, tuvo que conceder derechos urbanísticos para construir 235 viviendas en otra zona a la propietaria, la empresa ArcelorMittal, para garantizarse finalmente a principios del pasado año que la Gerencia fuera pública, una reivindicación que desde el primer día abanderó una comisión ciudadana.

Pero pasados los meses, la actividad hoy en día se limita al Casino y a la sede de la Unión Musical Porteña, mientras se ultima el traslado de varios servicios municipales al rehabilitado edificio de oficinas. Mientras, la joya de los antiguos chalés, a los que en algunos casos se les ha lavado la cara con talleres de empleo dedicados a la albañilería, pintura y jardinería, amenaza ruina hasta que se rehabilite sus estructuras, algo que ya se ha hecho con uno de ellos con 200.000 euros del último plan de la diputación, aunque sin saber el fin específico que se le va a dar.

Albergue, centro cívico, vivero de empresas o escuelas formativas para comercio y hostelería son algunos de los usos que se han planteado para el complejo a través de múltiples estudios y propuestas, aunque todo está pendiente de un proyecto que el ayuntamiento ya ha encargado al afamado arquitecto Carmel Gradolí, que discurre paralelo a un diagnóstico participativo, porque se pretende dar voz a la ciudadanía antes de definir el futuro de la Gerencia.

En esta labor, asociaciones dedicadas al Patrimonio Industrial (Apiva) o a la Memoria Industrial y Movimiento Obrero (Amimo) iniciaron hace unos años un trabajo divulgativo para reflexionar sobre cuestiones prácticas que puedan solucionar el abandono de un espacio cuya trascendencia no se limita a su singularidad arquitectónica, al tener su origen en la corriente neovasca, sino, especialmente, en el simbolismo para varias generaciones de porteños.

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