Un accidente de tráfico marcó su vida a los 17 años. Entonces, fue atropellada mientras cruzaba un paso de cebra en el Port de Sagunt por un conductor que dio positivo en la prueba de alcoholemia. Catorce años después de aquel 24 de febrero, Mª Ángeles Martínez ha decidido relatar su experiencia a los alumnos de los institutos de Sagunt con tal de concienciar sobre los riesgos de consumir alcohol o drogas y luego ponerse al volante.

La iniciativa es totalmente novedosa en la ciudad y se enmarca dentro de unas jornadas organizadas por el departamento de Seguridad Vial del Ayuntamiento de Sagunt. Fue la propia Maria Angeles quien tuvo la idea y pronto logró un buen recibimiento en la Escuela de Educación Vial municipal, que lleva casi 30 años en la Policía Local haciendo numerosas actividades en los centros escolares del municipio. «Yo lo planteé a algunos policías locales que conocía por mi trabajo y en redes sociales. Al final, gracias a esos policías que creyeron en mi idea y al departamento de Seguridad Vial del ayuntamiento, se va a poder hacer realidad», contaba a preguntas de Levante-EMV.

El objetivo de Mª Ángeles con estas charlas va más allá de sensibilizar y concienciar, según explicaba. «La intención no es emocionar a los alumnos contando mi atropello, sino motivar su acción. Cuando yo cuento lo que me pasó, hay gente que se emociona o llora, pero yo lo que busco es motivar a la acción. Que mi relato les sea útil. Generar pena no es útil y que me escuchen como receptores pasivos, tampoco. Lo útil es que ellos tomen conciencia de la importancia de pensar en las acciones que uno realiza», decía.

Al recordar aquel accidente del que todavía tiene secuelas físicas, Mª Angeles afirmaba que no llegó a sentir rabia al saber que el conductor había dado positivo en la prueba de alcoholemia. «Asumí que, por un momento, perdió el control. Ahora, él tomó la decisión de beber, y entonces, sí esta sobrio y era consciente en todo momento de lo que hacía», apuntaba.

Por ello, considera que la conclusión es clara. «Cada uno es libre de beber lo que quiera, pero que no conduzca un coche luego. Hay que pensar que beber y conducir le puede cambiar toda la vida a otra persona y a todo su entorno. En un segundo o en 30 es lo que tardan en lanzarte por los aires, como me ocurrió a mí», decía.

María admitía que, tras el accidente, no sólo tuvo que ser operada de una pierna, sino que sufrió secuelas psicológicas durante años que, al principio, nunca hubiera imaginado. «El primer año, de repente, tenía un miedo impresionante al cruzar una calle. Del shock tardé mucho tiempo en recuperarme, aunque me apoyé en los estudios. Luego, emocionalmente lo vas asumiendo porque la vida sigue», contaba.

Al mirar hacia atrás, considera que ese accidente también influyó en parte en otras decisiones que tomó en su vida. «Acabé estudiando Trabajo Social y soy docente en distintos tipos de emergencia. El vivir un incidente crítico en mi vida no ha sido en balde», añadía.

El agente responsable de la escuela municipal de Educación Vial, Miguel Puga, afirmaba que «desde el principio» vio «muy interesante» la participación de María en estas charlas «como testimonio directo» y esperaba que la iniciativa llegue a todos los institutos de la ciudad, como se ha planteado, «para que alumnos de la edad que ella tenía cuando la atropellaron se pongan en su piel».