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Según han informado fuentes de la comandancia de Castelló, la operación Riadas se inició a finales de 2016, tras detectarse una serie de compras, principalmente por internet, de armas cortas detonadoras en establecimientos de diferentes provincias de Madrid, Lleida, Girona, Barcelona y Valencia. Para la realización de estas compras, el único requisito necesario era la presentación del DNI del comprador, quien utilizaba identidades suplantadas de diversas personas.

Los miembros de la banda detenidos son parte de una organización perfectamente estructurada y jerarquizada en la que parte de ellos, tras comprar las armas detonadoras e inutilizadas, las hacían llegar a un taller clandestino donde las rehabilitaban y transformaban en armas capaces de hacer fuego real. Esta manipulación consistía en una sustitución precisa o modificación del cañón, lo que posibilitaba que se utilizaran posteriormente con munición de fuego real.