Los agentes forestales intercambiaban la orden desde primera hora de la mañana de ayer. Desde esta mañana queda terminantemente prohibida cualquier tipo de quema a menos de 500 metros del monte. Ya no se pueden quemar márgenes de cultivo ni restos agrícolas o forestales, ni cañares, carrizales o matorrales.

La medida extrema la adopta la Conselleria de Agricultura i Medi Ambient tras los incendios en el término municipal de Culla, en Castellón, que arrasó 535 hectáreas de bosque los últimos días de 2017, y en el Marjal del Moros, cuyo cañar resultó devorado en unas horas debido a su sequedad extrema.

La falta de lluvias y los fuertes vientos de poniente que soplan desde hace días en la Comunitat Valenciana aconsejan la medida que, en principio, no tiene fecha de caducidad.

Los técnicos de Medi Ambiente han constatado que «se mantienen los valores secos e incluso extremadamente secos en el estrato de matorral, con variaciones dependiendo de la zona geográfica y de la orientación de las laderas donde se asientan», según una nota oficial emitida ayer, «en esta época del año, los valores habituales del estrato de matorral, con una precipitación normal, deberían ser normales o incluso húmedos».

Interfaz urbano forestal

Pero el hecho es que los árboles están secos y los hierbajos agostados, de modo que son combustibles perfectos. Lo mismo que la denominada interfaz urbano forestal, las zonas próximas a poblaciones que debido a a la dispersión del sistema de asentamientos, a la progresión de la vegetación y a los campos de cultivo genera bolsas altamente inflamables.

Los vientos de poniente solo han complicado las cosas. «La combinación de los fuertes vientos pronosticados, acompañados del descenso de la humedad relativa, han hecho que el combustible, tanto el vivo como las partes muertas, siga desecándose», subraya Medi Ambient.

La velocidad en la propagación de las llamas ha sido la característica primordial de los incendios de Culla y el Marjal del Moros, ambos producto de la actividad humana.

Dadas las circunstancias, la prohibición de las quemas a menos de 500 metros de cualquier masa forestal parece obligada. Un técnico explicó ayer que se considera «masa forestal todo lo que no es suelo agrícola, incluidas las pistas, tanto forestales como entre campos de cultivo». Los técnicos tienen la potestad de establecer a su criterio que campos de cultivo abandonados pueden considerarse a su vez suelo forestal, a tenor del deterioro que puedan sufrir los árboles o matojos. Muchos campos de naranjos abandonados son un auténtico polvorín de astillas para el fuego.