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Teatro entre fuego y acero

Maria Teresa León y Las Guerrillas del Teatro actuaron en la siderurgia de Sagunt en plena Guerra Civil

Teatro entre fuego y acero

Maria Teresa León es una de esas muchas mujeres que han acabado sepultadas bajo el epíteto de «esposa de». En su caso, esa coletilla llevaba un nombre rotundo: esposa de Rafael Alberti. Pero como en tantos casos María Teresa León fue mucho más. Novelista, dramaturga, ensayista, militante comunista, durante la guerra civil su figura estará unida al compromiso intelectual antifascista. Un compromiso que le llevaría a convertirse en un referente dentro de la Alianza de Intelectuales Antifascista y a embarcarse en los más variados proyectos, como Las Guerrillas del Teatro una iniciativa que buscaba acercar a las clases populares en los frentes y la retaguardia el arte de los escenarios.

Cuando años más tarde, en su exilio italiano, le preguntaran en una entrevista radiofónica sobre sus recuerdos de aquellos años de guerra, María Teresa León no dudaría en incluir entre ellos uno que le resultaba especialmente emotivo: su participación con aquellas Guerrillas del Teatro en una actuación en la siderúrgica de Sagunt dedicada a los obreros que permanecían en sus puestos de trabajo pese a los constantes bombardeos de la aviación germano-italiana.

Desconocemos cuándo se produjeron aquellas representaciones, que debió tener lugar a mediados de 1938, hace ahora 80 años. Tampoco la prensa de la época nos da cuenta de aquella loca iniciativa de transformar un espacio industrial en un improvisado escenario. Sin embargo, Maria Teresa León sí quiso inmortalizar aquella experiencia incluyéndola en una novela publicada en Buenos Aires en 1959, donde recogía muchos de sus recuerdos en las Guerrillas del Teatro: Juego Limpio.

«¿Os acordáis cuando fuimos a Sagunto y aquella representación memorable dentro de un taller de los Altos Hornos del Mediterráneo?». Así arrancaba la escritora la descripción de aquella jornada que se desarrollaba en unas circunstancias especialmente dramáticas: desde marzo de 1937 la ciudad y la factoría, transformada por entonces en fábrica de armamento, sufría continuos bombardeos.

Pese a ello, los obreros saguntinos continuaban en sus puestos. «Para ellos no era una simple consigna resistir. Resistían junto a sus martillos y fraguas, junto a sus coladas de mineral y sus hornos», señalará. Y así continuaron durante más de un año hasta que recibieron la visita de Las Guerrillas del Teatro y pudieron disfrutar, como recuerda la novelista, de «¡hora y media de asueto!».

Un «público excepcional»

María Teresa León rememorará en aquellas páginas a un viejo obrero que le reconocía que hacía más de dos años que no veía teatro. Y cómo aquel «público excepcional» fue acomodándose por donde podía en el interior de aquella nave fabril. La escritora será especialmente descriptiva al evocar aquel momento: «por todos los lugares libres se instaló un público con las manos sucias y las caras sudorosas y los trajes de faena, engrasados».

Y también nos relatará el repertorio que los actores de las Guerrillas del Teatro acercaron hasta aquellos trabajadores, entre los que no faltaron, sin duda, muchas de las mujeres que sustituían en las labores de producción a los hombres enviados al frente. El programa fue variado e incluyó desde espectáculos de danzas folclóricas hasta versos de Lope de Vega, pasando por textos dramáticos de Antón Chejov o Rafael Alberti.

Al acabar la actuación, Maria Teresa León recordará las palabras de un joven trabajador saguntino abogando por la unidad frente al «fascismo internacional». Pero no solo. Aquella mujer de letras a la que la guerra había convertido en una mujer de acción, también recordaría el agradecimiento que aquel muchacho les dedicó a los «camaradas artistas»: «Hoy nos habéis dado un día feliz».

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