El dueño de los perros que mataron en febrero de 2017 a Luis Ángel Sala, vecino de Ondara de 76 años, se enfrenta a cinco años de cárcel. Tanto la fiscal como la acusación particular, que ejercen, por una parte, la familia del fallecido y, por otra, Andrés Ayuso, el residente de Els Poblets al que atacaron los canes tras escaparse de un refugio de animales, reclamaron la pena máxima para el acusado, Marinus Cornelis Schoots, que ayer, en el juicio en Benidorm, se negó a declarar.

El propietario de los cinco canes mestizos de la raza pitbull terrier, que fueron sacrificados tras acabar con la vida de Luis Ángel Sala, morder a un voluntario de una protectora y ensañarse con Ayuso, lleva 11 meses en prisión provisional en Fontcalent. El juez instructor ordenó su encarcelamiento tras confirmar las pruebas genéticas que los perros tenían en su saliva ADN del finado.

La fiscal y las acusaciones, tras declarar ayer en el juicio numerosos testigos (policías locales de Ondara y Beniarbeig, guardias civiles, forenses, responsables de la protectora que se llevó a los canes, un veterinario, el dueño de la casa en la que vivía alquilado Schoots y hasta el alcalde de Beniarbeig), solicitaron la pena máxima de cuatro años por un delito de homicio imprudente grave y otro de maltrato animal continuado.

La fiscal sostuvo que el dueño de los canes tenía «previo conocimiento de la agresividad» de sus animales. Recordó que solo uno llevaba chip y ninguno estaba registrado como potencialmente peligroso. «Su actitud con los perros fue absolutamente negligente», advirtió. Y recalcó que los canes estaban «asalvajados». Incidió también en que el acusado, antes de que llegara la Guardia Civil, lavó a uno de los perros para borrar las huellas del ataque.

Mientras, el abogado de la familia del fallecido aseguró que era «incontestable que los canes con sus mordeduras y desgarros causaron la muerte» del vecino de Ondara. Luis Ángel Soler, el hijo del fallecido, rompió a llorar cuando declaró y rememoró el momento en el que acudió al huerto de naranjos a buscar a su padre y lo encontró «tirado en el suelo y muerto». La familia pide una indemnización de 175.000 euros (100.000 para la viuda y 25.000 para cada uno de los hijos).

El abogado de Schoots calificó de «desmesurada» la pena reclamada por la Fiscal y las acusaciones. Afirmó que la condena debería quedarse en una multa. Precisó que su defendido colaboró con la Guardia Civil y él mismo recogió de las fauces de los perros la saliva para las pruebas de ADN. «Puso los clavos de su tumba», dijo en referencia a que luego esos análisis confirmaron que sus pitbull habían atacado al vecino de Ondara.

También planteó que la víctima pudo morir antes de que los perros se lanzaran sobre él. La autopsia confirmó que Luis Ángel Sala falleció por un shock hipovolémico (un colapso provocado por la pérdida masiva de sangre) a consecuencia de las mordeduras.

Ferocidad

Los canes, como confirmaron los guardias civiles, se escaparon por el hueco de una acequía de riego que existía en el vallado de la finca de Beniarbeig donde vivía el acusado. Los testigos coincidieron en que cuando estaba su dueño los perros no atacaban, pero luego mostraron tal ferocidad que arrancaron a dentalladas el vallado de metal del refugio del que se fugaron.