Víctor M. Nevado, Valencia

Todos los fabricantes de motocicletas cuentan en sus catálogos, con modelos que sintetizan toda la filosofía y la imagen de marca que pretenden transmitir.

En el caso de Suzuki, la Hayabusa y la B-King, son un fiel reflejo de ésta realidad. Se trata de motos poderosas, con una imagen embriagadora, y que reunen un sinfín de avances tecnológicos del todo punto espectaculares. Sin duda estamos ante dos motos que son representantes de lo que Suzuki aporta a todos sus modelos, y que son la imagen de marca del constructor japonés.

Mucha potencia

La Hayabusa es una moto deportiva por excelencia, mientras que la B-King es una de esas naked de diseño, que parece sacada de una viñeta de un cómic del futuro. Pero ambas comparten un mismo corazón, que aportan cifras que parecen de otro mundo.

Estamos ante un propulsor de cuatro cilindros en línea de 1.340 c.c., con culata DOHC de 16 válvulas, dotado de refrigeración líquida, alimentado por un sistema de inyección electrónica, y caja de cambios de 6 velocidades. Con estos datos, y dejando claro que cada modelo esta claramente dirigido a un tipo de uso y usuario, la Hayabusa desarrolla una potencia de 197 CV a 9.500 rpm, mientras que la B-King se queda en una cifra de 184 CV al mismo régimen.

En ambos modelos, las aceleraciones son espectaculares, al igual que la velocidad punta, por no decir del par motor, ya que hay potencia a cualquier régimen, independientemente de la marcha engranada. Con todo, la B-King desarrolla algo más de par motor, por decir algo y buscar alguna diferencia ante tal torrente de prestaciones.

Otra de las singulares características de estas dos monumentales Suzuki, es la posibilidad de modificar la curva de encendido para regular la entrega de potencia. El SDMS (Suzuki Drive Mode Selector) cuenta con tres posiciones en la Hayabusa. Con la A el motor entrega toda la potencia; con la B lo hace en un 90 por cien, y con la C nos quedamos con tan solo 120 CV. Increíble. En la B-King, el mismo sistema solo tiene dos posiciones A y B, y opera en los mismos términos. Y es que con tanta caballería bajo el asiento, el tacto del gas es una de las cosas más importantes.

Por supuesto, nos encontramos con embragues antirrebote, frenos de disco de anclaje radial, y monolíticos bastidores doble viga de aluminio de sección rectangular, conveniente sobredimensionados.

Calidad

Los acabados de los dos modelos son exquisitos, y mientras que la Hayabusa cuenta con un carenado integral que esconde todas sus entrañas, con un guardabarros delantero diseñado en el túnel del viento, junto a un cuadro de instrumentos muy completo, la B-King hace gala de un diseño que rompe moldes. Como alta representante del segmento naked, el motor es un elemento estético más, que queda integrado en el conjunto, al igual que el masivo basculante de aluminio de doble brazo con refuerzos superiores. A simple vista parece que estamos ante una moto monoplaza, aunque el colín esconde en su parte superior el tapizado del asiento destinado al pasajero. La imagen trasera queda rematada por una salida de escape elevada, y la versión que hemos tenido oportunidad de probar montaba los escapes Yoshimura, que emiten un sonido que me sabe a música celestial.

Por último, no podemos dejar de lado el cuadro de mandos de la B-King, con un cuadro de mandos digital, quedando el tacómetro como único elemento analógico, mientras que la llave de contacto y los comandos para modificar el encendido se ubican sobre el depósito de gasolina.