Javier Pinés Gil, Madrid

El mercado del todo terreno tiene en el sector de los «todo camino» su principal valedor. Una corriente derivada de los denominados «crossover» de origen norteamericano en los que se une la maniobrabilidad y comodidad de los turismos, con la imagen y capacidad de circular fuera de pista de un TT.

Precisamente es ésta la fórmula que ha conseguido reactivar el mercado y por la que Mitsubishi ha apostado de manera decidida. Y el resultado ha sido el ASX. Se trata de un modelo de compactas dimensiones (4,30 metros de largo por 1,77 de alto) con el que la firma nipona quiere hacerse con un importante hueco del creciente mercado de los SUV.

Identidad Mitsubishi

Para ello, ha reunido en un sólo modelo las principales señas de identidad de su catálogo. De los turismos, ha cogido su imagen más deportiva con la ya tradicional imagen de marca plasmada en su frontal tipo «JetFighter» y una carrocería de perfil bajo de contrastado carácter. De los todo terreno, la probada eficacia de su sistema de control electrónico de tracción a las cuatro ruedas y una atractiva imagen «off-road».

Una más que acertada combinación que se ve respaldada por un sencillo planteamiento, cuyo objetivo es el de convertir al ASX en una de las principales referencias del mercado. Así pues, Mitsubishi centra la gama de este modelo en un ya de por sí completo equipamiento en todas sus versiones (Motion y Kaiteki), además de ofrecer la posibilidad de optar por una tracción tradicional a las ruedas delanteras, o la aplicada a los dos ejes con tres modos de funcionamiento. Todo ello bajo una única motorización turbodiésel de 2.0 litros de cilindrada y 150 CV, con la que se consigue un óptimo equilibrio entre prestaciones (200 km/h de velocidad máxima) y niveles de consumo (5,7 litros de media). Si a ello se le añaden unos contenidos precios, el resultado es un modelo que, a buen seguro, se alzará entre los primeros puestos de ventas del sector.