Permitanme que me salte la costumbre de no escribir obituarios en estas páginas, dado el mensaje que lleva intrínseco, la enseñanza y la amistad, de ese gladiador que fue, Julio Cuquerella. Para los que no lo conocieron, fue durante 20 años el motor de Ford España en la zona de Valencia. Hay personas que dejan huella y sin duda, esta ha sido una de ellas. La fuerte personalidad que irradiaba en contraste con su sutil timidez, era una mezcla explosiva de una persona que creía en valores tan olvidados hoy como el amor, la amistad y el trabajo. Apasionado en los tres y sin dar tregua, se ha bebido la vida en tan sólo 54 años. ¡Cuanto nos enseñáis algunos en tan poco tiempo! Me acuerdo perfectamente de los primeros chorreos que recibí de su férrea crítica -casi siempre con razón- amainada con su fino y cariñoso sarcasmo , que remataba la lección.Y es que defendía a su empresa, más que si fuera la suya propia, con el recelo del mejor empresario que templa las cuerdas hasta el límite de lo rentable sin perder la dignidad. Nunca dejaba una llamada o un mensaje para mañana, hasta los últimos días de su existencia, por esa gran honestidad que desprendía por los poros y de la que no era capaz de escapar, aunque le fuera la salud en ello. Su perspicacia y rápido análisis, le daba una gran ventaja a la hora de analizar personas y situaciones y estoy seguro, que fue eso lo que le hizo amoldarse a su cargo fuera de las sangrientas luchas promocionales de las multinacionales, y seguir viviendo en su querida Valencia. Hace un año, cuando supo de su enfermedad, abordó con valentía su situación, trazó todos los planes a corto plazo y, como a él le gustaba, dejó la agenda limpia. Conseguir bregar con concesionarios y medios de comunicación y salir indemne, sólo lo ha logrado Julio Cuquerella. Ha dejado una gran vacío a todos los que le queríamos, especialmente a sus dos hijos y a Pepa, pero estoy seguro que allá donde esté, ya se habrá presentado.