N o me refiero a las pruebas y posteriores declaraciones de Fernando Alonso con su nueva montura, en las que nos echa un buen jarro de agua fría para que no nos hagamos ilusiones, y valoremos cualquier actuación en la que toque el cajón, sino más bien al estancado mercado de nuestro país, y las golfantes actuaciones de nuestras autoridades locales, que nos han llevado al aparcamiento más caro del mundo, o a otro retraso en la finalización de las obras de la pista de Ademuz -CV 35-. Los representantes de las marcas y los directivos de concesionarios no llegan a entender este estancamiento, por mucho que nos hablen de elecciones, de crisis inmobiliarias, o de si los Albertos no van a la trena a pesar de estafar. Todo esto puede ser conmocionante, pero nunca hasta el punto de que no se vendan coches. Seguramente todo influye en su justa medida, pero la realidad disfrazada por los interesados hasta hoy, ya no hay quien la tape. Las enormes automatriculaciones y los excesos en producción colocados con calzador en un mercado saturado, han tenido la resaca de estos meses, en los que llevamos descensos históricos superiores al 20%. Pero como hay para todos, ahora resulta que por la gracia de Alfonso Novo -concejal del Ayuntamiento- y sus pactos con las concesionarias de los aparcamientos, la ley que favorecía a los consumidores en el pago por minutos, se ha vuelto tan en contra, que somos los más caros de España. Al mismo tiempo, se anunciaba un nuevo retraso en las obras de la polémica CV-35 del Camp de Túria y Los Serranos, que contentos tiene a los miles de vecinos con Mario Flores, conseller de Infraestructuras, que no sabe más que dar pases al asunto, a favor de esa UTE de empresas, que él sabrá lo que le cuentan, para no cortar de raíz. Se deberían de coger estos dos políticos de la mano y colocarse en el mundo laboral normal, a ver lo que duraban. Los enigmas de las ventas se despejarán en breve, pero olvídense de lo político.