Hoy deseo hablarles de mis orígenes en la cultura del cóctel. Llegué al barrio de la Ribera por Arturo Mijangos, valedor con su hermana Pilar de lo más moderno que se cocinaba en Barcelona: fueron los creadores del autocine en la autovía de Castelldefels y los Mercadillos de Balmes y Portaferrissa. Allí me hizo conocer un bar, el Berimbau, con una maravillosa y repetitiva música: el gran Vinicius de Morães y sus parceros Toquinho, María Bethânia, Badem Powell. Berimbau y el barrio de la Ribera se convirtieron para mí en un punto de encuentro. Nunca ha habido bares como aquellos: oferta original, no copiada. Cada uno era distinto: Zeleste, Rodri, La Palma, Aquilino, el Pep, la Lola, el Born, Zócalo, Miramelindo, Xampanyet...

A finales de los setenta, en una Barcelona efervescente, la Ribera se llenó de artistas, creativos y gentes de la farándula con un modo especial de entender la vida. Todo era pasión y ofrecimiento. La nada se comparte fácilmente. Elegí el nombre Gimlet por su musicalidad y fonética. Sin medios económicos, pero con ilusión, me embarqué en aquella aventura, y el 31 de diciembre de 1979 abrimos sus puertas. No teníamos tarima, taburetes ni uniformes. Oficiábamos con una coctelera atascada: para abrirla debíamos envolverla en una toalla y golpearla en el suelo. Tras esos primeros días y ya con algo de dinero fui adquiriendo lo que nos faltaba. Las chaquetillas blancas clásicas de ayudante de barman, con sus botones dorados, causaron conmoción. Algunos profesionales de toda la vida nos dieron la espalda; no entendían que jóvenes inexpertos tuvieran tanta aceptación.

El secreto era la ilusión, el aprender y el cariño hacia nuestros feligreses. Fuimos queridos y quisimos a parroquianos diversos: Nuria Ribó, Eduardo Mendoza, Miquel Barceló, Carles Riart, Xavier Mariscal, Montesol€ Y siempre la música. Esencial en mi vida: Ramones, Clash, Devo, Talking Heads, Pretenders, B-52´S, Secretos, Radio Futura.... Algún tema de Sisa, Gato Pérez, Julio Iglesias y mi canción favorita: Para ti, del grupo Paraíso. Muchas parejas surgieron del Gimlet. Siempre intentábamos que la chica, en vez de un refresco, eligiera un cóctel. Al pedir el tercero sabíamos que la película tendría buen final. En 1982, inaugurábamos el Gimlet de Santaló. Un recuerdo a mi amigo José Campos, con el que compartí el oficiar, que está en los cielos.