Cuando Michael Douglas subió al escenario del teatro Nokia de Los Ángeles el 22 de septiembre para recibir su primer premio Emmy por su extraordinario trabajo en 'Behind the Candelabra', el filme de Steven Soderbergh en el que interpretó al músico Liberace, fue para muchos la confirmación de que el lugar que la televisión norteamericana ocupa en la industria del espectáculo ha cambiado para siempre.

Si el gran director hubiera hecho las cosas como las planificó, después de asegurarse la participación de Douglas en el papel protagonista y de Matt Damon como su joven amante, el triunfo hubiese ocurrido en febrero y en el Dolby, el teatro ubicado en el corazón de Hollywood en que se entregan los Oscar.

Pero, tras cinco años de llamar a puertas y tratar de convencer a los grandes estudios para que financiaran la película, Soderbergh se rindió y aceptó hacerla para el canal de pago HBO por una cifra inferior a lo presupuestado. La frustración fue tan grande que anunció su retirada, aunque luego aceptó una propuesta para seguir dirigiendo, pero sólo televisión.

En aquella noche histórica, Douglas -un actor que se inició en la pequeña pantalla y que había recibido tres nominaciones al Emmy antes de su primer encuentro con el Oscar, pero que luego se consagró como una de las mayores estrellas de Hollywood de los ochenta y los noventa- recibió el máximo premio televisivo compitiendo con cuatro actores de cine, Damon, Benedict Cumberbatch

Una clara demostración de que los tiempos en que las grandes estrellas mantenían las distancias con todo lo que tuviera que ver con la televisión han quedado definitivamente atrás. Basta revisar los nombres de quienes se llevaron los premios actorales en las categorías dramáticas de los Emmy, como Laura Linney, Jeff Daniels, Claire Danes, Ellen Burstyn, James Cromwell y Bobby Cannevale, para confirmar que muchos de los mejores actores han emigrado a la pantalla chica.

Por ejemplo, Diane Krugeren 'Sin identidad' y participó en 'Malditos bastardos', comenta sobre su reciente debut en la serie 'The Bridge', donde interpreta a una detective que investiga unos asesinatos en la frontera entre EE.UU. y México: "Como actriz, lo que me interesa es hacer un buen papel, y no tengo problemas en irme a hacer teatro a Polonia si el personaje es apasionante. Yo nunca me planteo si quiero estar en la pantalla grande o en la pantalla pequeña.

'The Bridge' era algo que no podía dejar pasar. Las oportunidades que ofrece hoy la televisión de pago son infinitas para los actores y los directores. A los estudios no les interesa otra cosa que hacer películas basadas en historietas. Poder explorar un personaje complejo a lo largo de 13 episodios es más atractivo para mí que cualquier superproducción cinematográfica".

Si bien el pasado verano fue el más taquillero de la historia, seguramente también quedará para el recuerdo como el de los fracasos estrepitosos, algunos de los cuales han hecho tambalear la estructura financiera de los estudios más poderosos. Los magros 89 millones de dólares (65 de euros) que recaudó El llanero solitario en EE.UU. no sólo enterraron cualquier plan que existiera en Hollywood de poner en marcha otro western, sino que zanjaron para siempre la fructífera sociedad que durante años unió al poderoso productor Jerry Bruckheimer con Walt Disney Studios.

Aunque gracias a una mejor respuesta del público en el resto del mundo, el filme lleva recaudados 190 millones de euros -probablemente la mitad de lo que se gastó en rodarlo y promocionarla-, poco después la guadaña pasó por varios departamentos del estudio y muchos empleados se encontraron súbitamente en la calle.

Y, si bien la Paramount ha disfrutado este año de grandes éxitos como 'Guerra mundial Z' (que recaudó en todo el mundo casi 395 millones de euros) o 'Star Trek en la oscuridad' (que acumuló 336), han sido muchos los que en los últimos días han sido despedidos.

Si se analizan los resultados de los tres meses del verano cinematográfico, se comprobará que si algo deben de haber aprendido los ejecutivos de los grandes estudios es que invertir en una película de elevado coste se parece cada vez más a jugar a la ruleta rusa. Mientras que ambiciosas superproducciones como 'Man of Steel', 'Fast & Furious 6' o 'Iron Man 3' dejaron en las arcas de esas empresas el dinero que calculaban cuando afrontaron la inversión, en otros casos como 'After Earth', 'White House Down', 'Pacific Rim', o 'R.I.P.D', las pérdidas fueron cuantiosas, sobre todo porque cuando se difunde el presupuesto de una de esas superproducciones, no se incluye el coste de promoción, que a menudo alcanza o supera lo que costó filmarla.

Steven Spielberg y George Lucas, dos hombres que conocen bien la industria del cine, no tuvieron palabras optimistas cuando en junio hablaron del tema a los estudiantes de la Universidad del Sur de California. Según los dos genios, que han encontrado la forma de llevar una sana relación con las grandes corporaciones que dominan este mundo, una serie de fracasos estrepitosos como el de El llanero solitario puede poner un abrupto fin a la estrategia de los estudios. Ambos creen que en el futuro es posible que para ver un gran estreno como 'Iron Man 3' o 'Gravity' haya que pagar 25 dólares o más, mientras que para producciones menos espectaculares como las que surgen del Festival de Sundance o su propia 'Lincoln', el precio de una entrada sea inferior, de unos siete dólares. Spielberg, quien admitió que 'Lincoln' (que dejó su tercer Oscar a Daniel Day-Lewis) estuvo muy cerca de seguir el camino de 'Behind the Candelabra', cree que posiblemente llegará el apocalipsis al cine como hoy se conoce y luego el único camino será la televisión.

Robert Zemeckis, el director de Forrest Gump, se sumó a esta teoría en una entrevista en la revista Dirigido Por. "Yo creo que el cine que conocimos durante toda la vida va a ser muy diferente en el futuro

-dijo-. La mayoría de las películas se van a ver en un ordenador o un aparato digital, y aunque los cines no van a desaparecer, muy pocos seguirán funcionando. Las películas que se estrenen, contadas con los dedos y muy costosas, permanecerán en cartel durante más tiempo que ahora. Y todo lo demás va a estar en internet". Aún fue más allá: "Va a ser un poco como las obras de Broadway. La gente va a planificar con mucho tiempo una salida al cine. No va a ser algo espontáneo como ahora. Va a elegir un día, comprar las entradas, de la misma manera en que planifica ir a ver una obra teatral".

Es probable que el vaticinio de Spielberg y Lucas pareciera incuestionable en junio, pero muchas cosas han pasado desde entonces y, a decir verdad, el futuro parece hoy un poco mas prometedor. Después de los jugosos resultados de 'Man of Steel' e 'Iron Man 3', es difícil que Warner o Disney decidan cambiar sus planes de seguir haciendo grandes películas basadas en superhéroes o que Universal deje de financiar películas animadas repletas de simpáticos tontuelos amarillos teniendo en cuenta que Mi villano favorito 2 harecaudado 646,5 millones de euros en todo el mundo.

En cuanto a qué lugar ocupará la televisión, no hay duda de que seguirá brillando cada vez más y que la calidad que exhibe en estos momentos no sólo se mantendrá, sino que probablemente se incrementará. Hay que aclarar que muchas de las series más populares del momento son producidas por los departamentos televisivos de las mismas corporaciones que tienen una política muy diferente a la hora de financiar películas. La serie 'Breaking Bad' es una producción de Sony; Time Warner es la dueña de HBO, la empresa de televisión de pago, asociada con Canal+, que financió 'Behind the Candelabra' y también 'Juego de tronos'.

La división televisiva de Warner Bros, una empresa diferente, está detrás de la prestigiosa 'Mad Men', cofinanciada por Lionsgate, que se ha convertido en una de las corporaciones más ricas de Hollywood gracias a megaproducciones de cine como 'Los juegos del hambre' y 'Crepúsculo'.

El debut, este año, de 'House of Cards', serie que no emite ninguna cadena, pues sólo pueden verla los suscriptores de Netflix -un servicio de pago que incluye novedades cinematográficas y series completas de televisión y al que se accede vía internet-, promete revolucionar aún más la industria. Bautizada por los que han disfrutado de cada uno de sus episodios como "la película de 13 horas de duración", ha impuesto una aparente nueva moda, la del atracón televisivo, en que no es inusual que alguien se encierre en casa para ver un episodio detrás de otro.

'House of Cards', a un coste de 3,2 millones de euros por capítulo, y cuyos dos primeros episodios fueron dirigidos por Fincher, fue puesta a disposición de los suscriptores de Netflix en su totalidad el día de su lanzamiento. "La verdad es que nosotros no inventamos el atracón televisivo, es algo que empezó cuando comenzaron a salir las temporadas completas de las series en DVD", explica su protagonista, Kevin Spacey.

Eso es lo que ha provocado que mientras los grandes estudios limitan cada vez más el número de producciones al año, haya un verdadero frenesí a la hora de generar contenido que probablemente nunca llegue a verse por televisión. Empresas como Amazon y Hulu están siguiendo el modelo de Netflix, convocando a talento de primer nivel para participar en producciones millonarias que el gran público sólo podrá ver en Blu-ray o DVD.

Este boom tiene, curiosamente, un efecto positivo en la industria del cine, en lo que a producciones independientes se refiere. Muchos de los actores prestigiosos que han encontrado una fuente regular de ingresos en la televisión suelen mostrarse dispuestos a trabajar por poco dinero, incluso por sólo un porcentaje de las ganancias en las modestas producciones que cada año llegan por centenares a Sundance.

Algunos de esos filmes se acaban convirtiendo en máquinas de ganar dinero, como el año pasado Bestias del sur salvaje, y, a la vez, suelen ser distribuidos en los cines norteamericanos por las filiales dedicadas al cine de arte de las mismas corporaciones que dividen sus esfuerzos entre el cine y la televisión.

Lo cierto es que, más allá de pronósticos pesimistas, desazones y fiascos, Hollywood sigue produciendo buena parte del entretenimiento que consume el resto del mundo. Ya sea a través de grandes superproducciones o películas modestas. Quienes saben como contar historias y los que se ganan la vida haciéndolas realidad tienen cada vez mas opciones. Mientras lo hagan bien, no importa si en la pantalla grande, en la pequeña o en la del ordenador, tendrán quien les siga con pasión.