El Iboga Summer Festival, único evento español especializado en música balkan, gypsy, swing y ska, ha concluido en la playa de Tavernes de la Valldigna su tercera edición tras tres días con jornadas de baile ininterrumpido con cerca de 22.000 "ibogueros" procedentes de toda Europa.

La cita acogió ayer las actuaciones de una treintena de bandas internacionales en su escenario principal, mientras que en el escenario secundario, en el interior de una carpa de circo, las actividades paralelas continúan a lo largo del día de hoy, ha informado la organización en un comunicado.

La cifra cumple las expectativas previstas por la organización, ganando más de un 22 % de asistentes respecto a los 18.000 que el festival reunió el año pasado en Cullera.

David Rodríguez, organizador del evento junto a Álvaro Garro y Ángel Crespo, considera que el volumen de participantes alcanzado este año "ha permitido consolidar el Iboga como único festival español de sus características" así como situarlo en el circuito internacional de música balkan y gypsy.

Ha agradecido la colaboración del Ayuntamiento de Tavernes que les ha permitido "reunir las condiciones para ofrecer un recinto con todas las facilidades para que el público pueda disfrutar, y además al lado de la playa".

El programa de ayer contó con el grupo Jamones con Tacones; el trío francés La Rue Ketanou, de raíces callejeras y estilo bohemio; el sexteto belga OPMOC que mezcla funk, reggae, punk, hip hop y salsa; el trío de suecos Movits!; el trío Lyre Le Temps, originario de Estrasburgo; los británicos Buffo's Wake; Fanfare Ciocarlia; la banda madrileña Spin Te Kú y el planetario DJ Click.

Junto a ellos, durante estos días han actuado la banda francesa de ska y rock alternativo Babylon Circus; la formación indobritánica Asian Dub Foundation, con su mezcla de música electrónica, dub, punk, funk, reggae y sonidos de raíz bengalí; el alemán Gentleman con sus innovaciones estilísticas del reggae jamaicano; y The Beat, banda líder de la segunda ola de ska británico en los 80.

La multiculturalidad del evento se ha extendido también a su ambientación, basada en la recreación de civilizaciones perdidas, ya que una pirámide maya ha presidido en todo momento el escenario principal de un recinto en el que también se pudieron encontrar las recreaciones de un tótem de más de seis metros, de un indio nativo e, incluso, de un elefante.

Todo ello mientras los asistentes pudieron degustar comidas y se sucedieron actividades paralelas, como cariocas de luces químicas, malabares de fuego y batucadas, junto a talleres de body painting, yoga, grafiti y pintura de manos sobre grandes soportes.

Además, en colaboración con la asociación Jarit, el Iboga albergó temporalmente el Museo de la Cultura Nómada a partir de la historia de la tribu marroquí Aït Khebbach de Hassi Labiad.

El espíritu de multiculturalidad y cooperación propio de la música balcánica se ha plasmado también en la donación de 200 abonos por valor de 11.400 euros a seis ONG para el desarrollo, los derechos humanos y la promoción de la autonomía personal: Jarit, Amnistía Internacional, Pobresa Zero, Plan Internacional, Nueva Opción y ACUDE.