El título ya me pone enfermo. Top Dance. ¿Eso qué coño es? ¿La parte superior del baile? ¿La cima de la danza? ¿El mejor baile? nada, Top Dance. Hay que echar mano del inglés para darle a la mamarrachada el prestigio y el atractivo con que sus ideólogos intentan adornar este programa, que no deja de ser eso, un programa de entretenimiento de género trillado, agotado, visto por arriba y por abajo. Uno más de gente que aspira a ser famosa, quince minutos antes de pasar a olvidos pesados, dramáticos y certeros.

Top Dance se estrenó hace unas semanas en antena 3 emitiendo esa fase de elegir a la peña para darle emoción al triste cotarro. Ahora se avienta como la llegada del mesías en tutú y se emiten las galas en directo. Oh, emoción. Apenas puedo sujetar mi corazón, que late vestido con el tanguita para que mis saltos no dañen la huevera. De ahí al olvido, un par de horas.

Me descuajaringo, pero entero hasta la médula, cuando el presentador, desatado, poniendo la voz como si anunciara la llegada de la cabra, nos dice que estamos ante el concurso de baile más exigente, duro y competitivo de la televisión. Al tiempo, el realizador pincha planos de chicos que se contorsionan, ponen caras de dolor, o de chicas que hacen piruetas cabeza abajo saltando sobre una mano.

El que presenta es Manel Fuentes, el Jorge Javier Vázquez de Atresmedia. En su desasosegante alocución recuerda que el concursante tendrá una única oportunidad para alcanzar la fama porque, oh, no, que no lo diga, por favor, que no lo diga, la fama cuesta, por dios, lo ha dicho, la fama cuesta. ¿Han acabado los tópicos? no, acaban de empezar. Sólo uno será el ganador, dice, y se queda tan a gusto.

Luego suelta una falacia. Dice que del concurso saldrá «el mejor bailarín de país». no, querido, del concurso saldrá el ganador de Top Dance, que es distinto, amor. El jurado. He visto algunos bailes, algunos contorsionistas, algunos mamarrachos, y digamos que emoción, emoción, esa que te sobrecoge y engurruñe el corazón, como que no. Tengo alma seca para estas exhibiciones, alma adusta, como el gesto de Mónica Cruz, que se pone intensa porque ella se toma muy en serio lo de ser jurado de Top Dance.

Hablemos del jurado. Además de la hermanísima está Rafael Amargo. Malo. Allá donde esté este señor tratará de que su ego brinque por la espalda de quien lo rodee hasta coronarse como la más lista, la más ocurrente y divertida, la que más sabe, la que más concede, un Pablo Iglesias de la danza, porque mira que Pablo iglesias, el mártir, es desprendido, es un anacoreta, es capaz de conceder y conceder, de quitarse el bocado „de vicepresidente o ujier de puticlub„ y entregárselo a los demás porque él no quiere glorias terrenales sino dar su vida por nosotros, oh, mesías, échate un tango y pega la vuelta.

Completa el tridente David Bustamante. Es, digamos, el normal. Él tiene la misma idea que yo de danza, pero él es Bustamante, y cuando hace conciertos lleva algunos bailarines en su equipo. ¿Cómo se ha quedado, querido lector, querida lectora? Prometo ante la Carta magna que una de las razones que se le ocurrió a manel Fuentes para contar con el cántabro fue esa, que se toma muy en serio lo del baile porque en sus conciertos siempre va acompañado de bailarines. Lo dijo la semana pasada en la mesa redonda Famosos fuera de onda que organizó la edición de primavera del FesTVal en albacete.

Una de las asistentes comentó que no veía razonable esa presencia porque Bustamante no es bailarín sino cantante. Yo, con todo respeto y cariño, estuve a punto de saltar. Estúpida, esto es televisión. Chorizo Top. Por eso el programa, la forma de presentarlo, la selección de historias y concursantes, el plano intercalado con las reacciones del público, y las caras de oh, esto es increíble, del jurado, apuntan al corazón, pero? el baile no es nuestro fuerte como país.

Me apuesto ver cinco días seguidos Sálvame, aunque lo presente Paz Padilla, a que ni usted, que lee con tranquilidad este artículo, es capaz de hacer una lista con tres nombres de bailarines españoles. Venga, una lista con dos. ¿Nada? ¿Ni con uno? ¿A quién se le ocurre hacer un programa de baile? aquí puede funcionar echarse unas risas viendo a famosos como patos mareados en ¡Mira quien baila! por si Falete „ ¿o era Ana Obregón?„ acaba por los suelos despatarrado y soltando plumas.

Pero un programa para descubrir al próximo Ángel Corella, Nacho Duato, Blanca Li o Tamara Rojo „bendito San internet„ es más complicado. Yo que las cadenas, y según los soponcios que nos regala cada tarde en las Noticias de La Sexta Cristina Saavedra, señalando el desagüe de las empresas «fuera de la costa» de Panamá, pondría en marcha un concurso con nombrados en las offshore, implicados en corrupción, llamados a declarar, sospechosos de blanqueo, ladrones con pedigrí, aspirantes a vivir del cuento, y jetas que ya viven de él, y sin piedad, los metía en una jaula tipo guadalix de la Sierra donde se premiara la mejor justificación, que no tendría que ser la verdadera, por la que se robó, esquilmó, defraudó, corrompió, mintió, o evadió.

Estoy deseando saber en qué queda la última pieza cazada al PP, José Torres Hurtado, el alcalde de granada, el autor de «las mujeres, cuanto más desnudas, mejor, más elegantes», otro campechano de libro, detenido por presunto chalaneo urbanístico. a ver qué dice, sabiendo que la justicia, lenta pero implacable, comenzó a mordisquear la puntita de la manta.

Las justificaciones de unos y de otros para hacer esto o lo otro es lo que valoraría el público en el plató „sólo si un sinvergüenza alcanza al menos el 60% de apoyo, como en Top Dance, el jurado podría decidir el futuro del quinqui„. Bertín dice que todo lo hizo porque le dio la gana. El dimitido ministro Soria que todo es un error. Pilar de Borbón que no hay irregularidades. Rita Barberá que la financiación irregular del PP es falsa. Y el dios Aznar, callado. A ver, Manel Fuentes, maneja este Chorizo Top.