Tortillera es un adjetivo mejicano relativo a la tortilla de maíz. En El Salvador, en Honduras, en Guatemala, y en Nicaragua, además, es la mujer que hace tortillas, sobre todo de maíz, o tortillero, si es un hombre. Otra acepción, quizá la única que conocemos en España, y en ese sentido la usamos, es para referirnos a una lesbiana, acepción que la RAE considera como despectiva y vulgar.

La otra tarde, en Pasapalabra, concurso que a diario presenta Christian Gálvez, una de las preguntas para rellenar el rosco decía así, con la T, poéticamente, mujer homosexual. El concursante, sin pensarlo, raudo y como el que sabe que no hay fallo, contestó, tortillera. Silencio en la sala. Tensión. Noooo. La respuesta es «tríbada». Del griego, tribo, frotar. El concursante no dijo tortillera ni en sentido vulgar ni despectivo, y se dio cuenta del error al instante. Tríbada no es una palabra de uso corriente para referirse a una lesbiana.

Hay que hacer memoria para acordarse del libro del murciano Miguel Espinosa, La tríbada falsaria, de 1980, para tener algún referente literario concreto. Seguro que habrá otros, pero el de Espinosa, por la sonoridad y sugestión, es el que me vino a la cabeza. Me pregunto qué hubiera contestado yo en el mismo concurso, por cierto, quizá el único oasis respirable de Telecinco, tal vez de los pocos programas a los que aún no ha llegado el hedor que despide el resto de su programación.

Quizá hubiera contestado igual, tortillera, aunque no encajara con la exigencia de ser un término poético. De lo que estoy seguro es que jamás hubiera dicho tríbada, por hermosa que sea la esdrújula. Jamás he dicho tríbada para referirme a una lesbiana. Reivindico tortillera, justo para despojarle lo despectivo.