Trabajamos mucho, pero seguimos siendo pobres, decía un trabajador de una mina de Congo -vaya, como en España- de la que se extrae coltán, mineral por el que las multinacionales de la ingeniería del móvil, la tableta electrónica y el ordenador se ponen la venda, miran a otro lado, y contribuyen a una guerra soterrada entre facciones que luchan por el control de esas minas dejando un rastro de víctimas que no tienen voz pero sí dolor y lamentos.

Jordi Évole y el equipo de 'Salvados' viajaron a Congo y nos trajeron el domingo por la noche 'La explotación del coltán', un recorrido que aunque conocido por otros trabajos como el que hizo Jalís de la Serna y su 'En tierra hostil' de Antena 3 es necesario tener presente porque nuestra sociedad, nuestra forma de vida, es cómplice aunque sea de forma inconsciente. La explotación de esas minas está controlada por grupos armados que dividen la zona en zonas de guerra porque hay mucho dinero en juego, y en sangre de chicas violadas en una sociedad que las arrincona hasta hacerlas invisibles, incluso repudiadas por su propia familia.

Dice una periodista congoleña desde la radio en la que trabaja que no hay violencia sexual sino casos de feminicidio. Goma, la capital, es conocida como la capital mundial de la violación. Una ONG española, Alboán, ayuda en el terreno a las mujeres violadas en una casa de acogida. La justicia en Congo no sólo es ineficaz sino corrupta. El violador sale indemne. Un tanto por ciento de nuestros artilugios electrónicos contiene un trocito de Congo.

Dice el doctor Denis Mukwege que el coltán en vez de felicidad es un foco de problemas. Bueno, bueno, que me llaman al móvil.