Las cifras pueden ser abrumadoras: más de 350 representaciones, más de cien mil espectadores, giras por toda España y países como Argentina, Colombia y Costa Rica durante cuatro años. Sobre todo, para un montaje alejado de las superproducciones o los repartos repletos de caras conocidas.

De ahí el esfuerzo realizado por los gestores del centro cultural del barrio de Ruzafa para conseguir que el público valenciano pudiera disfrutar de Distancia 7 minutos, que finalmente ha tenido sus resultados: el espectáculo de la compañía barcelonesa Titzina Teatro, podrá estrenarse por fin en València y disfrutarse durante dos semanas, del 9 al 12 y del 16 al 19 noviembre, dentro de la programación de su ´VII Ciclo de Compañías Nacionales´.

Teaser - Distancia 7 Minutos from Titzina on Vimeo.

Aunque lo que resulta realmente abrumador de Distancia 7 minutos es su capacidad de conectar con el público, partiendo de una historia y una puesta en escena sencilla. Ésta ha sido la gasolina para hacer avanzar y crecer el espectáculo en una larguísima gira que toca a su fin.

La belleza de la simplicidad a la búsqueda de la felicidad

Pako Merino y Diego Lorca son los creadores, directores e intérpretes de esta pieza, descrita como "una emocionante lección de interpretación y escritura dramática" por el prestigioso crítico teatral Marcos Ordoñez.

Distancia 7 minutos se asoma a la vida de un juez que se ve obligado a abandonar su casa, afectada por una plaga de termitas, y a instalarse durante unos días en lo que fuera su domicilio familiar, junto a su autoritario padre.

Con la distancia de quien observa desde Marte la Tierra, se analizan las relaciones humanas y paternofiliales en una pieza que arranca con la noticia de una expedición espacial y que va alternando humor y drama, mientras realiza un paseo por la sociedad española a través de los recuerdos de los casos que han llegado a manos del juez a lo largo de los últimos años.

Además, en obra laten de fondo las dificultades para alcanzar la felicidad en nuestros días. "El protagonista tiene un hándicap, un tabú familiar, que le impide ser plenamente feliz", aclara Lorca, "pero es que la felicidad siempre va dos metros por delante nuestro, es más rápida que nosotros. Cuando creemos que la tenemos, se aleja porque los objetivos cambian. La pregunta no sería si somos felices, sino si somos aceptablemente felices. Y esa reflexión flota en la obra", apunta el dramaturgo, director e intérprete.

Su compañero, Pako Merino, lleva a cabo un formidable despliegue interpretativo, dando vida a varios personajes en el escenario: empezando por el autoritario padre y pasando por todos aquellos que forman parte de los casos que revive su hijo, el juez, interpretado por Lorca. Un reto actoral, como él mismo reconoce, en la mejor tradición de grandes figuras como Peter Sellers.

La puesta en escena cuenta con un imaginativo juego de luces y una sobria escenografía, compuesta por dos mesas, una pizarra y un sofá. Todo ello refuerza la sensación de que en Distancia 7 minutos, menos es más. "Aunque creamos espacios sugerentes, cuando escribimos las obras intentamos resumirlo todo a la esencia, a lo que representa cada escena, cada personaje, cada momento del espectáculo. No buscamos rellenar el escenario si tenemos que representar un juzgado o una casa, sino resumirlo a la mínima expresión para que el público ponga parte de su imaginación y puedan viajar con nosotros", explica Merino.

Una experiencia que los espectadores agradecen en el Libro de Firmas que la compañía pone a su disposición al finalizar las representaciones. "La gente nos ha escrito cosas maravillosas, que reconocen nuestro trabajo. El teatro no debe ser solo entretenimiento, aunque tampoco debe aburrir, nosotros queremos entrar en las vísceras de la gente, conseguir que se emocionen y piensen que lo que les pasa a los personajes les puede pasar a ellos, en definitiva conectar con el público", apunta Merino.