Los cambios políticos europeos de los últimos treinta años han cambiado el medallero olímpico. Para la cabeza de la clasificación ya no lucha Estados Unidos contra la URSS, sino contra China. La extinta Unión de Repúblicas Soviéticas se ha transformado en Rusia y catorce repúblicas independientes que acuden a los Juegos con sus respectivos equipos. Yugoslavia tampoco tiene el peso anterior porque ahora compiten Serbia, Montenegro, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia. Como contraste, existe el papel actual de Alemania, que no contabiliza las preseas que antes sumaban separadamente Alemania Federal y la República Democrática Alemana.

En el medallero oficial ahora figuran las antiguas naciones y las nuevas. La URSS, que aún ocupa la segunda plaza detrás de Estados Unidos y delante de Gran Bretaña, es la trece como Rusia. De su imperio se han desgajado Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania, Georgia, Ucrania, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguizistán y Kazajistán.

La última vez que compitieron juntas las repúblicas soviéticas fue en Barcelona 92 aunque lo hicieron con el nombre de Comunidad de Estados Independientes (CEI) tras la gestión de Samaranch en el Kremlin donde convenció a Yeltsin de que posibilitara tal equipo considerado bajo la bandera olímpica. En Barcelona, ese Equipo Unificado aún conquistó 112 medallas y derrotó a Estados Unidos con 108 y ocho menos de oro.

Rusia, en Atlanta, ya notó la caída y sumó 53 podios. Ucrania es el país que mejores resultados obtiene. Está en el lugar 32 y en Pekín conquistó 27 metales. Siguiendo la suma hay que recurrir a Bielorrusia que en China sumó otras 19. Está en el puesto 42 del medallero. Aplicando las cuentas de todas se llegaría, aproximadamente, al número del que gozaban los dirigentes de Moscú.

La República Democrática de Alemania, que todavía figura en el noveno puesto, en Seúl sumó 102 medallas y la Alemania Federal 40. En teoría, actualmente deberían estar en las 142 medallas y sin embargo, en Pekín obtuvieron 47, que es tanto como quedarse con sólo una parte de Alemania.

En el caso ruso es evidente que han de perder posiciones porque ya no tiene, por la división, la potencia que poseía en algunos deportes. En baloncesto pesaba mucho la Lituania de Sabonis y en atletismo el último campeón olímpico blanco de los 100 metros fue el ucraniano Valery Borzov.

El caso yugoslavo es similar. En fútbol era más potente que Croacia, pongamos por caso, y en baloncesto y waterpolo tenía el peso del que ahora carece Sebia y las demás repúblicas escindidas del país que creyó tener bien atado Tito.

España tardará en escalar posiciones. Tiene por delante a Nueva Zelanda, Turquía y Bélgica. Checoslovaquia aún le queda lejos. Antes de Londres, España tenía 114 medalllas y Nueva Zelanda 86, pero nos ganaba en oros. Checoslovaquia también ha padecido la división entre la República Checa y Eslovaquia. Juntas tenían 147 medallas y ahora, separadas, Chequia tenía al comienzo de los Juegos de Londres, 33 y Eslovaquia, 30.