El deporte valenciano viajaba a Río con 24 representantes que competían en disciplinas tan diversas como el atletismo, que no tenía medalla española desde 2004, el baloncesto, que buscaba emular la plata de Londres, el rugby 7, que se estrenaba en unos Juegos, el golf, que regresaba tras más de 100 años, el balonmano femenino, que había sido bronce hacía cuatro años, o la gimnasia rítmica, que quería, y lo logró, mejorar el cuarto puesto sumado en la capital inglesa.

Hubo que aguantar casi hasta el final, pero las medallas acabaron llegando. El hispano cubano afincado en Ontinyent Orlando Ortega fue el primero en abrir la lata. Lo hacía con una plata en los 110 metros vallas que ponía a los velocistas españoles en el mapa y que acababa con una sequía atlética que ya duraba demasiado.

Ayer llegó el turno del baloncesto y la gimnasia rítmica. Elena López, (Turís) y Alejandra Quereda (Alicante) formaban parte de un quinteto que llegaba a la final con la mejor nota, pero que vieron cómo en el último momento Rusia imponía su ley. No obstante, la plata era un premio más que merecido para estas gimnastas que entrenan muy duro todos los días y cuyos cuerpos sufren en persona las consecuencias de tanto esfuerzo. De hecho, las dos valencianas se operarán de sendas lesiones tras haber aguantado estoicamente los dolores en Río.

Por su parte, Víctor Claver no pudo igualar la plata de Londres, pero vuelve con un bronce también muy importante tras un partido agónico contra Australia.

Subir al podio siempre da mucha visibilidad, pero ha habido otros que regresan también con la satisfacción de un diploma olímpico. Son los dos conseguidos por el castellonense Roberto Bautista, en tenis individual y en parejas junto a otro valenciano, David Ferrer. Así como el octavo puesto del golfista de Borriol Sergio García. O el de Silvia Navarro y Lara González en balonmano femenino tras caer en cuartos contra Francia en un partido que siempre fueron ganando. Sus lágrimas son uno de los momentos más duros de Río.

Lágrimas olímpicas

Pero sería injusto no acordarse del resto de valencianos y valencianas que podrán siempre decir, con orgullo, que compitieron en unos Juegos Olímpicos. Para algunos, como el jugador de voley playa Pablo Herrera, que cayó en octavos, será la última oportunidad tras competir ya en cuatro Juegos. Lo mismo le sucede a la saltadora Concha Montaner o a la judoca Laura Gómez, que se fue con lágrimas de sus primeros juegos tras competir con la nariz fracturada. Eso sí, lo hizo con la satisfacción de hacerlo al lado de su marido, el judoca Sugoi Uriarte. También se estrenaba la jugadora de hockey Lola Riera: «creo que este equipo puede conseguir grandes cosas en este ciclo olímpico», dice Riera, un balance que vale para otros muchos deportistas que ahora miran ya con ilusión y optimismo hacia Tokio 2020.