Si ha habido una actividad en la que la mujer haya participado ininterrumpidamente desde el inicio de la misma en la Historia, ésa ha sido la agricultura. El papel de la mujer en el desarrollo agrícola y rural en España, como en el resto de países del mundo, ha sido fundamental. Desde los albores de la Historia, la mujer ha participado en el sostén de la casa y de la prole recolectando primero y cosechando y laborando la tierra después.

Tradicionalmente la Historia ha relegado a las mujeres a un segundo plano y en mayor medida en los sectores considerados «masculinos». En el caso de la agricultura, el esfuerzo por parte de las mujeres para hacer visible su participación, ha tenido que ser todavía mayor; aunque ha habido períodos en los que este papel ha sido reconocido, e incluso potenciado, por los estados más avanzados. A finales del siglo XIX y principios del XX, el papel de la mujer labradora se estimaba fundamental para el desarrollo de la población campesina, tanto a nivel económico como a nivel moral, por eso una de las principales preocupaciones de la sociedad europea del momento era formarlas profesionalmente. Tanto en el II Congreso Internacional de Agricultura celebrado en La Haya en 1891, como en el III Congreso celebrado en Bruselas en 1895, se concluyó que se potenciara «el desarrollo de la enseñanza profesional agrícola para las mujeres, multiplicando las escuelas doméstico-agrícolas».

En España, hace menos de cien años que las mujeres dejaron de estar sometidas a una investigación previa cuando decidían estudiar una enseñanza oficial. En 1910, la Real Orden de 8 de marzo libera a las mujeres de esta obligación y ordena «que por los Jefes de los establecimientos docentes se concedan, sin necesidad de consultar a la Superioridad, las inscripciones de matrícula de enseñanza oficial o no oficial solicitadas por mujeres, siempre que se ajusten a las normas establecidas por cada clase y grupo de estudios».

Cada una de las que hemos ido incorporándonos profesionalmente al desa­rrollo de la agricultura, hemos ayudado a hacer destacable el papel de la mujer en el sector. Cuando las mujeres de mi promoción decidimos afrontar los estudios de la carrera de Ingeniero Técnico Agrícola contribuimos a continuar el camino que hacía 64 años, en el curso 1930-1931, había iniciado en España la primera mujer que estudió la carrera de Perito Agrícola y que lo hizo junto a 242 hombres.

Desde aquella primera estudiante hasta la Guerra Civil, la sucesión de alumnas en la carrera de Perito Agrícola no experimentó un gran crecimiento, ya que en ese rango de cinco años tan sólo cuatro mujeres más se matricularon. Con la guerra todo quedó paralizado y los estudios no se reiniciaron hasta 1939.

María Vera González en 1941 y Margarita Martínez Bringas en 1943 fueron de las primeras mujeres españolas en obtener la titulación de Perito Agrícola. Tras finalizar sus estudios, ambas aprobaron sendas oposiciones a Perito del Estado y tuvieron que compaginar su desarrollo profesional con el personal, en unos momentos mucho más difíciles que los actuales, en los que a la mujer se le suponía dedicación exclusiva a su vida familiar.

Cada día, muchas mujeres salen de sus casas a trabajar en el campo, una labor que ayuda a la evolución de pueblos y regiones enteras, particularmente en países en vías de desarrollo. Según la Evaluación Internacional del Conocimiento, Ciencia y Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD), la proporción de mujeres en la producción agrícola y las actividades posteriores a las cosechas oscila entre el 20 y el 70%, y su participación está en aumento en muchos países en desarrollo, en particular en la agricultura de regadío orientada a la exportación.

Desde hace muchos años en las áreas rurales, las mujeres representan el vínculo entre la familia y la actividad agraria. En el terreno laboral, la mayoría, compatibilizan actividades a tiempo parcial incluido el trabajo doméstico con la explotación agraria, casi nunca como asalariadas y menos aún como empresarias. En este sentido han sido muy importantes las medidas de género introducidas por la Unión Europea en la política de desa­rrollo rural. El Real Decreto 297/2009, de 6 de marzo, sobre titularidad compartida en las explotaciones agrarias, contribuirá a hacer más visible nuestro papel en las mismas, lo que habitualmente ha sido casi invisible más allá del ámbito familiar.

Nuestras madres, nuestras abuelas y bisabuelas, sin haber pisado un aula de la Facultad, también eran profesionales de la agricultura, aunque posiblemente ni se lo planteaban. Los tiempos han cambiado y, aunque no todos los países ofrecen las mismas posibilidades, en España ya son muchas las mujeres que estudian carreras técnicas y ocupan un lugar importante en la sociedad.

Hoy, cuando se cumple el centenario del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia y Castelló, hay más de 50.000 mujeres estudiando carreras técnicas en España, tenemos ministra de Agricultura, consellera de Agricultura en nuestra Comunidad y presidenta en nuestro Colegio Profesional, siendo la primera mujer que llegó a ocupar un cargo de esa importancia a nivel nacional. Todo esto era impensable hace 100 años y hoy es una realidad que anticipa un futuro en el que todavía las mujeres tenemos mucho que decir.

Ingeniera Técnica Agrícola