Pocos personajes del cine moderno tienen tanta fuerza como el Atticus Finch de la película Matar a un ruiseñor. Este abogado defiende a un negro acusado de violación compendiando en su personalidad valores como la tolerancia, la honestidad, muy buenas aptitudes formativas y un gran cariño por sus dos hijos: Scout y Jem. La película está basada en la novela del mismo título escrita por Harper Lee, galardonado con el premio Pulitzer en 1960.

La acción se desarrolla en un pequeño pueblo de Alabama, racialmente segregada y dividida. La película se cuenta desde el punto de vista de la hija de Atticus, que despierta a la vida con la experiencia de la injusticia y la arbitrariedad. Atticus comparte su trabajo con la enseñanza de la vida a sus hijos, les forma para no juzgar a nadie por su apariencia, realizando una lección de buena educación, respeto e integridad. La figura del padre es admirada por sus dos hijos El abogado está genialmente interpretado por Gregory Peck, cuyo trabajo le valió el Oscar a la mejor interpretación masculina. La genial Mary Badham, que encarna el personaje de la pequeña Scout, como es sabido, es la hermana del director de cine John Badham. Alejada de las pantallas continúa dando conferencias esporádicamente sobre sus experiencias durante el rodaje de Matar a un ruiseñor y muy especialmente sobre su relación con Gregory Peck, con quien mantuvo una estrecha amistad hasta su fallecimiento en 2003.

De la misma manera que Matar a un ruiseñor es una novela de lectura obligatoria en muchos países, por su humanidad y valores morales, bien merecería la película un estatus similar. En tiempos de rebrote del racismo, y de otras actitudes que podrían ser calificadas de peores, una película como Matar a un ruiseñor resulta más eficaz para combatir este y otro tipo de sinrazones. De un modo totalmente formativo, para que lo entiendan con respecto al hombre de color que está siendo injustamente acusado de una violación que no ha cometido, el abogado forma a sus hijos, con estas palabras maestras, que darán el título a la novela y a la película: «Nunca disparar a un ruiseñor, es el único pájaro que no actúa por interés o por hacer daño, el dedica su vida a cantar para hacernos felices, sin esperar recibir nada a cambio. Así que lastimar o perjudicar a un ser inocente, sería como matar a un ruiseñor» Por eso, actuar contra el hombre de color, bueno y acusado sin justicia, sería como matar a un ruiseñor.

No hace falta añadir nada para concluir que el aborto provocado es como matar a un ruiseñor. Digo como por seguir el hilo de la magnífica comparación, pero matar a un nasciturus, tenga las semanas que tenga, es liquidar al único ser humano que, como el ruiseñor en su especie, no actúa por interés ni puede hacer daño, dedica su vida a cantar para hacernos felices -toda vida nueva es una melodía que comienza- sin esperar nada a cambio, incluso para hacer felices a unos padres adoptivos cuando ese hijo no haya sido deseado o, por cualquier otra circunstancia, no pueda ser cuidado por sus padres naturales. Así que lastimar o perjudicar a un ser inocente, sería como matar a un ruiseñor.

sacerdote