Tomen nota todos aquellos que han tenido, tienen que ver o tendrán que ver con el coste final — unos 60 millones– del Ágora, que no termina ni por saber morir Santiago Calatrava en su Valle de la Ciudad de las Ciencias, porque lo único que han podido alegar los responsables políticos de la construcción del Palma Arena ante el juez es que no se leyeron con detalle el contrato de los arquitectos del velódromo que les ha llevado, por el momento, unos días a la cárcel por las pesquisas e la Fiscalía Anticorrupción a raiz del sobrecoste de esa instalación deportiva. Calatrava, especialista en remover cimientos como los de la torre de telecomunicaciones que no fue, se descuelga ahora con que quiere romper los baños, que ya tiene hechos entre los cimientos del Ágora, para gastar más dinero, más porcentaje, en habilitarlos para el Open de Tenis. Tomen nota o párenlo.