Este fin de semana se celebra en València, por segunda vez consecutiva, el Gran Premio de Fórmula 1 y, como si de un mal relato se tratase, vuelven a repetirse los mismos tópicos y argumentos propagandísticos de los que la Generalitat y el ayuntamiento hicieron gala el año pasado. Desde todas las instancias controladas por el PP se vierten elogios ante lo que será, siempre según sus valoraciones, el acontecimiento deportivo del año. Así nos lo recuerdan permanentemente Canal 9 y otros medios de comunicación públicos y privados (omitiendo, por cierto, la admiración del magnate de la Fórmula1, Bernie Ecclestone, por Adolf Hitler y su régimen nazi).

Pero entre la edición de pasado año y la de éste hay diferencias significativas que merecen ser tenidas en cuenta.En primer lugar, es sabido que la carrera fue un auténtico fiasco económico para la ciudad. Nadie, con la notable excepción de los patrocinadores y organizadores directos, tuvo un beneficio digno de ser destacado. Ni el sector de la hostelería, ni el de la restauración, ni el del taxi, ni por supuesto los trabajadores y trabajadoras de la ciudad, ya que la creación de puestos de trabajo fue mínima.En segundo término, el esfuerzo en materia de inversión que tuvieron que realizar la Generalitat y el ayuntamiento (cerca de 100 millones de euros), no sólo no obtuvo rentabilidad social, sino que queda todavía más en entredicho ante la actual crisis económica que ha colocado al País Valenciano en general, y a la ciudad de València en particular, a la cabeza de las estadísticas de desempleo.En tercer lugar, las obras acometidas para la construcción del circuito han tenido un fuerte impacto negativo. No sólo porque han atacado directamente el patrimonio arquitectónico de la ciudad (como la desaparición de la histórica verja del puerto), sino porque han arrebatado a los vecinos y vecinas de València el uso de un espacio público que debería estar destinado al esparcimiento colectivo y a la cultura, consolidando así la privatización de facto que ya se inició con la Copa del América. Y todo ello sin que desde el Gobierno central, en manos del PSOE, se haya puesto el más mínimo reparo, a pesar de su presencia en la Autoridad Portuaria de València.En cuarto lugar, en 2008 se cumplieron todos los pronósticos acerca de las molestias que el Gran Premio de F1 iba a causar a los vecinos y vecinas de los Poblados Marítimos. Calles cortadas durante días, aglomeraciones en los servicios públicos de transporte y, lo que es más grave, el insoportable ruido provocado por los vehículos participantes en la competición, que convirtieron la fachada marítima de València en un infierno acústico, superando ampliamente el umbral de dolor establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Es indignante que las administraciones gobernadas por el PP y el PSOE se negaran a exigir un estudio de impacto ambiental como solicitábamos desde EU y otros colectivos sociales.

coordinador de esquerra unida-valencia