Entiendo perfectamente a los que opinan que la religión no debería darse en las escuelas. No acabo de entender, sin embargo, a quienes aceptando su presencia en las aulas se cuestionan la Alternativa a la Religión como una «pérdida de tiempo» para los alumnos o están preocupados porque se aburren y no saben qué hacer durante esas horas. Si ese es el criterio, no le parece a uno que los que sí estudian religión se diviertan excesivamente o «ganen el tiempo», aunque se ganen el cielo. Si ese es el problema, la solución parece sencilla: que hagan algo, que estudien, lean, hagan los deberes o resuelvan dudas. ¿Que se aburren? Fácil: ¡que no se aburran, que hagan cualquiera de las cosas por las que uno va a la escuela!

De todos es sabido que Camps ha mentido reiteradamente. Ahora él y los suyos están abonando el campo para una nueva mentira: le piden que actúe, es decir, después de enrocarse en el silencio, y fracasar en su estrategia porque el alboroto persiste como un aguacero, ahora le piden que sacrifique alguna pieza, algún peón o el caballo. Pero es jaque mate: no le queda otra iniciativa que largarse ni otro honor que responder por los hechos. Esta es una historia entre El Bigotes y El Curita y no se termina despidiendo a los monaguillos que trasiegan con el vino de bendecir.

Debemos ser la única autonomía que celebra su día de fiesta con un acto oficial –la procesión cívica—en la que sólo desfilan algunas autoridades acompañadas por grupos de extrema derecha y fascistas (salvadas, o condenadas, las excepciones). ¿Quién lo consiente, qué significa, de qué enfermedad es síntoma?

Podemos suponer que los diálogos de Platón son una descripción aproximada de los temas que se trataban en la Academia y del modo en que se abordaban. Como todos los estudiando de bachillerato saben, Platón presenta en La República a unos gobernantes ocupados en la justicia y el bien común, que no desean el poder pero lo asumen como obligación, a la vez que desprecian los honores y las riquezas. Tras la propuesta de Sócrates, Glaucón exclama: «¡Qué hermosos son, oh Sócrates, los gobernantes que has modelado! Por contraste, tenemos ahora en la transcripción literal de los diálogos Gürtel un fiel reflejo de los temas que se tratan en el Poder que representa el Consell y sus aledaños y del modo en que se abordan. Se nos presenta a unos gobernantes que pierden el culo por un reloj, por una foto, por un coche; que se aferran al poder y medran como parásitos a su sombra, que no buscan la verdad sino que la temen, unos diálogos salpicados de «amiguitos» por aquí e «hijos de puta» por allá. Las comparaciones son, pues, odiosas.